Ir al contenido principal

Mansión Principal de los Bárbaros Infieles

 

Estas fueron las palabras con las que, en junio de 1815, el entonces Teniente Gobernador de Santiago del Estero, Pedro Domingo Isnardi, describió al territorio del Chaco luego de realizar una expedición en la frontera sureste de su provincia que lo llevó a un rápido enfrentamiento contra grupos indígenas al cruzar el río Salado. La historia de la conquista del territorio conocido como Gran Chaco puede rastrearse desde las primeras incursiones españolas y portuguesas a esta región provenientes de distintas vertientes: la ruta hacia el sur y el este desde el Alto Perú, las expediciones trasandinas desde Chile, las exploraciones desde tierras portuguesas atravesando el actual territorio paraguayo en busca del Rey Blanco y la Ciudad de La Plata en el Chaco Boliviano, y las empresas de navegación río arriba a través del Plata y el Paraná.

Las dificultades de los españoles para hacer pie en este territorio fueron recurrentes. Luego de la fundación de Nuestra Señora de la Asunción en 1541, consolidada como ciudad luego de un período en que había sido sólo un fuerte, partieron desde allí expediciones de exploración y conquista que permitieron fundar Santa Cruz de la Sierra en 1561 (Chaco Boliviano), y Santa Fe de la Vera Cruz, aguas abajo sobre el río Paraná, en 1573. Las corrientes colonizadoras provenientes de Chile y el Alto Perú impulsaron el establecimiento de las ciudades de Santiago del Estero (1553), San Miguel de Tucumán (1565), Córdoba de la Nueva Andalucía (1573), Santiago de Lerma (Salta, 1582) y San Salvador de Jujuy (1591).

De este modo, hacia fines del siglo XVI los españoles lograron consolidar una serie de asentamientos entre la extensa región que separaba el Alto Perú del estuario del Río de la Plata.

 


Mapa publicado en la obra de Pedro Lozano en el que pueden apreciarse, al interior del territorio chaqueño, señaladas con una X, las ciudades de “Concepción destruída” y “Esteco destruída”.

Fundar y refundar al borde del vacío

Muchas de estas fundaciones, al igual que ocurrió en otras regiones del continente, debieron ser abandonadas, refundadas y relocalizadas en varias ocasiones debido a los ataques indígenas o a la mala ubicación en que inicialmente se levantaron. Tal fue el caso de Santiago del Estero, fundada previamente como ciudad de El Barco en dos ocasiones, o Santa Fe de la Vera Cruz, trasladada a su ubicación actual a mediados del siglo XVII debido a las constantes inundaciones y ataques que sufrió.

Sin embargo, los españoles no pudieron afianzarse, durante todo el período colonial, más allá del río Salado hacia el Este, ni de los ríos Paraná y Paraguay hacia el oeste. Entre las ciudades del litoral que desembocan en la cuenca del Plata y las ciudades de lo que sería la Gobernación del Tucumán (desde la actual Jujuy hasta Córdoba), se extendía la extensa y vasta llanura chaqueña en la que diversos pueblos indígenas mantuvieron una firme autonomía hasta fines del siglo XIX.

Los sucesivos intentos de los conquistadores por establecer su dominio en territorio chaqueño fracasaron tempranamente. En el Chaco Salteño y sobre el río Salado se fundó Nuestra Señora de Talavera (1567) denominada comúnmente como “Esteco” o “Esteco Vieja”, y en 1609 los españoles decidieron trasladar la población unos 80 kilómetros hacia el oeste, alejándose así del territorio chaqueño, y creando Nuestra Señora de Talavera de Madrid de Esteco. Esta nueva fundación debía servir como ruta de comunicación entre Salta y Alto Perú con Asunción, a través del fuerte de Concepción de Buena Esperanza, más conocida como Concepción del Bermejo, que existió entre 1585 y 1632. Concepción del Bermejo fue fundada en lo que actualmente es el centro de la provincia argentina de Chaco, y desde allí eran controladas dos encomiendas de indígenas (los pueblos de indios de Matará y Guacará) a través de la cual los españoles explotaban su trabajo.

A través de Concepción en el Chaco Central y Esteco en el Chaco salteño los españoles intentaron controlar la llamada “senda macomita”, vía de comunicación que utilizaban los indígenas para atravesar los bosques chaqueños entre los ríos Bermejo y Salado. Concepción sería completamente abandonada entre 1631 y 1632 debido al fuerte asedio que sufriría por parte de una coalición de unos 2000 indígenas chaqueños. Su posición de aislamiento, su lejanía con las rutas fluviales y la resistencia indígena sellaron tempranamente su suerte. Esteco Nueva, en cambio, subsistirá hasta 1686, cuando cerca de 800 mocovíes arrasaron con la ciudad española. Seis años después, un terremoto generó destrozos en la región y la ciudad de Esteco, ya francamente en decadencia, pasaría con el tiempo a designar un lugar maldito en las leyendas y tradiciones populares. 

 
“Encuentro del Gobernador Matorras con el Cacique Paykin”. Tomás Cabrera, Escultor, arquitecto y pintor argentino. Realizó la pintura en 1774 -el mismo año de los sucesos representados- basándose en los bocetos de Julio Ramón de César, ingeniero de la expedición de Gerónimo Matorras. Su obra se conserva en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires.
 

Luego de estas experiencias las autoridades españolas abandonaron toda pretensión de establecer una vía de comunicación estable entre Tucumán y el Paraguay, por lo que durante gran parte del siglo XVIII se limitaron a custodiar y proteger el reducido espacio que controlaban las ciudades ya establecidas. En 1774, el gobernador de Tucumán, Gerónimo Matorras, realizó una expedición hacia el interior del territorio chaqueño, a La Cangayé, para conferenciar con el cacique mocoví Paikín, reconocido por aquél como “Primer Caporal del Chaco”, en representación de unos 7000 indígenas tobas y mocovíes. El tratado de pacificación que firmaron prometía la preservación de las tierras, ríos, aguadas y arboledas para los indígenas, que a cambios accedían a reducirse y convertirse al catolicismo, aceptar curas doctrineros y cesar en sus hostilidades con los pueblos abipones, ya que sus enfrentamientos causaban problemas y levantamientos entre los grupos reducidos en Santa Fe. Si bien la mayor parte de los acuerdos alcanzados no serían efectivizados, el tratado de pacificación entre Paikín y Matorras fue un antecedente que retoman los pueblos indígenas del Chaco en la actualidad en sus luchas reivindicativas. 

Ministros Infieles del Demonio

La larga experiencia de hostilidades y dificultades que hallaron los españoles para intentar afianzar un control, así sea parcial, sobre el territorio chaqueño, dio lugar a una multiplicidad de fantasías e historias en torno a este espacio a lo largo de los siglos. Sobre esta base, se realizaron expediciones de exploración llevadas adelante en términos “científicos” desde mediados del siglo XIX, ya roto el orden colonial. Muchos de los primeros pasos de la antropología como disciplina en nuestro país fueron hechos entre las poblaciones y parajes del territorio chaqueño, con una mirada colonial y eurocéntrica que perdurará hasta décadas recientes.

Durante el siglo XVIII, los jesuitas fundaron misiones en la región litoral y algunas de ellas entre los pueblos chaqueños, como San Francisco Javier (Mocovíes) o San Jerónimo del Rey (Abipones), y dejaron vastos documentos sobre el territorio y sus habitantes. Una de las obras más tempranas y abundante en su contenido fue la que realizó Pedro Lozano en su “Descripción chorográphica de terreno, ríos, árboles, y animales de las dilatadísimas provincias del Gran Chaco, Gualamba, y de los ritos y costumbres de las innumerables naciones de bárbaros e infieles que las habitan”, publicada por primera vez en 1733 en la ciudad de Córdoba. La extensa obra recopila información elaborada por otros misioneros de la Compañía de Jesús, así como la propia experiencia y erudición del padre Lozano, y se trata entonces de un documento de suma importancia para la historia del Chaco en tiempos coloniales.

 

Imagen del libro de Florián Paucke "Hacia allá y para acá. Hacia allá fuimos amenos y alegres, para acá volvimos amargados y entristecidos" donde relata su estadía entre los mocovíes de San Javier
 

Luego de describir las características geográficas y ecológicas de la región chaqueña, capítulos interesantes para el estudio de la etnobotánica, el autor pasa a referirse a la población que habitaba entonces el territorio. Menciona allí un número muy extenso de etnónimos, nombres que designan a pueblos o naciones, algunos de los cuales se corresponden con los conocimientos historiográficos y antropológicos que tenemos hoy en día, y otros que simplemente designaban en la época los modos en que los misioneros y los españoles en general iban denominando a cada población con la que tenían contacto, a veces usando nombres diferentes para un mismo grupo o subgrupo, etc. Como introducción a su descripción de los “indios infieles”, Lozano coloca un capítulo titulado “Dáse razón por qué ha sido tan poblada la provincia del Chaco” y recoge allí una particular explicación al respecto.

Lozano retoma el relato de otro misionero jesuita, el Padre Juan Pastor, para elaborar una historia respecto al poblamiento del Chaco que nos permite conocer la construcción ideológica sobre la región y su gente que se realizó en tiempos coloniales. Según nos cuenta Pedro Lozano, unos diez años antes de la llegada de los españoles al Tucumán, hacia 1533, una serie de “señales” tales como sequías, pestes y calamidades de todo tipo comenzaron a atemorizar a todos los habitantes indígenas del territorio. Frente a tal situación, los indios habrían pedido consejo a sus sabios y hechiceros, pero al no tener respuesta, y luego de varios años realizando rituales y ofrendas a sus “ídolos”, lograron convocar a través de una gran ceremonia al mismo Demonio, que adquirió forma humana y se comunicó con ellos.

En este relato, el demonio trató a las distintas naciones del Chaco como a sus más fieles seguidores, y les advirtió sobre el avance por todos los países de una fuerza nueva y poderosa, un dios al que no podía hacerle frente. Esta “nueva superstición”, el catolicismo, tenía armas tan poderosas que el propio demonio no podía combatirlas. Por lo tanto, pidió a los indígenas que lo sigan hacia el interior del Chaco, refugio desde el cual podían protegerse y hostilizar al español de forma segura:

“Por tanto (…) seguidme seguros de que os llevaré a partes donde viviréis libres de tan mala gente, y aun apenas seréis sentidos de ellos, sino es que a las voces favorecidos de mí, salgáis a vengar los agravios que los parientes que se os quedaren, padecieren. Nada os faltará allí para pasar con tanta comodidad como aquí la vida; no será muy larga la distancia, pero será total la seguridad. Otras gentes semejantes a vosotros, y de vuestras mismas costumbres, habitan aquellos parajes (...)

Así concluyó su razonamiento el demonio, y deponiendo la figura humana, en que hasta allí se había dejado ver, y les había hablado, se transformó de repente en un furioso huracán, que se fue encaminando a la provincia del Chaco, a donde le fueron siguiendo los más de aquella numerosa junta, animados de los hechiceros ministros fieles del demonio, y otros muchos de la provincia de Tucumán, a donde llegó la fama de este suceso, y allí quedaron los miserables sepultados hasta ahora en las tinieblas de la infidelidad, sin esperanza de salir de ellas hasta que Dios se compadezca; y de aquí provino hallarse aquella provincia tan poblada, y mucho más, cuanto más se va retirando de las tierras de Españoles”

Estas fueron las palabras finales que diría el demonio a los indígenas antes de conducirlos al interior del Chaco, según la tradición de los padres jesuitas. Las dificultades materiales para la conquista de estas tierras se traducen, en el plano ideológico del catolicismo colonial, en una batalla celestial entre Dios y el Demonio, en la que los seguidores del catolicismo estaban destinados a triunfar tarde o temprano.

 Escrito por Francisco Filippi, licenciado en historia y doctorando en antropologia

Léase

CUTRERA, María Laura (2018). Detrás de la letra: Sobre el tratado entre Gerónimo de Matorras y el cacique Paikín. Anuario del Programa de Estudios Históricos y Antropológicos Americanos, pp. 255-296.

GORDILLO, Gastón (2019). Los escombros del progreso. Siglo XXI.

MARTÍNEZ SARASOLA, Carlos (2013). Nuestros paisanos los indios.  Del Nuevo Encuentro.

ROSSO, Cintia y CARGNEL, Josefina (2012). "Historiadores y etnógrafos": escrituras jesuíticas en el siglo XVIII. Los casos de Lozano y Paucke." Anuario de la Escuela de Historia Virtual, pp. 62-77.

Para colaborar con Munin y Hugin puedes hacerlo

Transferencia: cajon.lana.atril (Bco Nación/José Barraza)

Cafecito: https://cafecito.app/muninyhugin 

 

 

Comentarios

  1. Es decir, que aquello que el conquistador no puede someter pasa a ser población poseída por el diablo, es "demonizada". Nada nuevo bajo el Sol, entonces.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

LA SOMBRA DEL GALILEO

“La celda era oscura. Hace muy poco, la gente me empujaba y atropellaba por el pánico. Ahora estaba solo. Me estallaba la cabeza. Me dolían todos mis miembros. Los soldados, al principio, asistían indiferentes a la manifestación. Incluso tomaban parte en ella. Y gritaban con los demás. Nadie sospechaba que eran agentes provocadores, hasta que sacaron las porras que llevaban escondidas y comenzaron a apalearnos. La mayoría de los manifestantes se dispersaron huyendo. Algunos murieron pisoteados”. Esta cita pertenece a la novela de Gerd Theissen, cuyo título encabeza nuestro escrito. La obra narra sobre la historia de Andrés, un judío opositor, que es apresado y convertido en espía por los romanos. Su misión es seguir el paradero de una secta religiosa que ha ganado popularidad en Palestina y cuyo líder se hace llamar el “Mesías”. Cualquiera sea nuestra opinión hacia el cristianismo, debemos reconocerlo como uno de los fenómenos más gigantesco de la historia humana, ya sea por la moviliz

CALÍGULA ¿UN PERSONAJE MONSTRUOSO?

   La historia de Cayo Augusto César Germánico (12 d.C-41 d.C), popularmente conocido como Calígula, aún despierta interés en el público a pesar de la corta duración de su mandato. La razón de tal curiosidad podría estribar en ciertos aspectos oscuros de su vida y su personalidad. Su primer biógrafo, Suetonio, se encargó de describir a nuestro personaje como cruel, despótico, depravado y maníaco. Esta descripción recorrió siglos y siglos hasta llegar a nosotros. Aunque ya existen algunas investigaciones que cuestionan la versión oficial de la vida de este joven emperador, en el presente escrito nos proponemos analizar críticamente la vida de este controvertido individuo. Así, podremos obtener una mirada global del contexto histórico donde vivió Calígula y una hipotética respuesta acerca de las razones por la cual se ganó tantos  (des)calificativos.   Recreación del rostro de Calígula (fuente Antigua Roma al día) Pax Julia-Claudia   Al igual que los primeros emperadores, Calígula perten

ESTADO DE EXCEPCIÓN Y DICTADORES EN LA ANTIGUA ROMA

En la época moderna, intelectuales como Nicolás Maquiavelo, Thomas Hobbes o Jacques Rousseau, consagraron una serie de escritos que concebían al Estado de Excepción como el último recurso institucional para salvaguardar la Constitución de los noveles Estados nacionales. Por este motivo, se interesaron en las instituciones romanas y recurrieron a las exposiciones de Tito Livio, Salustio, Plutarco o Cicerón. De este modo, se fundó una tradición que llegó hasta la actualidad. Politólogos, juristas y filósofos reconocen que el Estado de Excepción es un instrumento necesario para garantizar el orden social. Esta idea fue representada Carl Schmitt, un reconocido teórico político alemán contemporáneo. Schmitt sostuvo que “la excepción es un concepto general de la teoría del estado que implica la facultad en principio ilimitada que tiene el soberano para dictar la suspensión del orden vigente en su totalidad”. La presente nota tiene como objeto acompañar al lector en un recorrido que se remont