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La mujer ateniense: opresión, maternidad y resistencia

En la Atenas clásica, las mujeres vivían en un contexto modelado por los principios de los ciudadanos varones, el sector que gobernaba la ciudad o polis. No existen testimonios que nos puedan mostrar directamente la voz de la mujer. Por ejemplo, en las obras literarias o teatrales solo podemos obtener una imagen de ellas por parte de los autores (hombres). En el presente escrito nos proponemos aproximarnos a la vida de la mujer ateniense reconstruyendo aquellos aspectos polémicos publicados en las obras de dramaturgos y filósofos o en la mitología.   

Aspasia de Mileto

Esclavización femenina

 Si nos remitimos a Solón, uno de los padres de la legislación ateniense, las leyes sobre las mujeres atenienses se caracterizaban por su efecto restrictivo. Salvo algunas excepciones jurídicas, las mujeres tenían vedada la participación en la vida social y política en la Polis. Esto significaba que no podía concurrir al mercado o acudir con voz y voto a las reuniones del Concejo de Ciudadanos. Su presencia en el ámbito cotidiano solo se circunscribía a las bodas, funerales y festividades religiosas. De ahí la frase de Jenofonte: “la mejor de las mujeres es aquellas que permanece al interior del hogar”. Mientras que Platón sostuvo: “acostumbrado [sexo femenino] a vivir sumergido en la oscuridad, si se intentara obligarlo a salir a la luz”. 

El término técnico que definía esta situación era astai. Es decir, se las diferenciaba de los esclavos o extranjeros (que no poseían derecho alguno) pero carecían de los derechos políticos para ser nombradas como ciudadanas. Los pensadores griegos coincidían en que la mujer era indispensable para el funcionamiento de la Polis. Aunque no se referían a los asuntos estrictamente estatales sino a la responsabilidad de garantizar el mantenimiento del oikos (hogar). Su tarea era controlar que los esclavos o jornaleros trabajasen. 

 El control de las actividades hogareñas por parte de las mujeres se realizaba bajo jurisdicción masculina. La situación de la mujer era más problemática en los oikos pobres que no contaban con esclavos para su mantenimiento y el marido debía ocupar el tiempo entre su trabajo y las asambleas en la Polis.  En Política, Aristóteles menciona este problema y ofrece como solución que, ante la ausencia de mano de obra esclava, “los pobres necesitan tener mujeres y niños como servidores”.   

  Estatuto de las madres

La presencia de ciudadanos en la dirección de los asuntos del estado no era eterna. Entonces surgía un inconveniente: ¿cómo garantizar la reproducción de los futuros estadistas? La legislación de Pericles (451 a.C) también conocida como el estatuto de las madres, tiene el objeto de afrontar esta situación problemática. La ley plantea otorgarle una cobertura a la madre para garantizar la reproducción y formación de los hijos varones. Además de la futura participación política, la presencia de un hijo garantizaba que las propiedades del padre pudiesen permanecer en manos de sus herederos.

Representación de una madre y su hijo en una vasija del siglo V a. C. Antikensammlung de Berlin

 Si bien la madre ateniense gozaba del beneficio jurídico de ser la progenitora de ciudadanos atenienses, por su condición de mujer no contaba con los derechos económicos y políticos. En materia judicial, no podía testificar o defender sus derechos sin la mediación de un representante legal (kurio). Aunque sólo las madres podían prestar juramento, pero sobre la cabeza de sus hijos. La Ley de Pericles introduce el eslabón materno en la cadena de producción y transmisión de la ciudadanía de los individuos.

 El Estatuto de las madres solo ofrecía una cobertura legal a las mujeres por su rol en la gestación de los hijos. Pero esto implicaba una serie de responsabilidades en función de la educación y el cuidado diario del niño. En la literatura y mitología griega, la falta de entrega hacia el hijo es representada a través del retrato de una mala madre. A su vez, existía un fuerte cercenamiento del componente sexual, circunscribiendo las relaciones maritales y la actividad maternal dentro del oikos. En este último caso, no existe imagen de alguna madre amamantando en los vasos o cerámicos.

El temor a la ginecocracia

¿Fue posible que las mujeres se rebelasen a este marco social opresivo? Si bien no contamos con fuentes históricas que describan sucesos de rebeliones encabezadas por mujeres atenienses, la literatura y la mitología griega nos ofrecen una serie se pistas que nos permiten alcanzar una respuesta positiva. El mito de Atalanta, una mujer con la destreza física para la cacería, la lucha y las carreras, representaba la amenaza al mundo masculino en sus principales artes. En el mismo sentido, Calipatira, la mujer que se vistió de hombre para ver a sus hijos competir en los Juegos Olímpicos, manifestaba una transgresión a las leyes griegas.


  En el caso de la literatura podemos citar el caso de Medea, la tragedia de Eurípides. Cansada del maltrato de Jason, su marido, Medea decide finalmente tomar la vida de su hijo varón. Además de quebrantar la legislación de la época, el hecho plantea la eliminación de la descendencia y la privación de un futuro ciudadano a la Polis. En Lisistrata, Aristofanes describe una huelga de mujeres que se niegan a mantener relaciones sexuales hasta no concretar la paz entre los griegos en el marco de la Guerra del Peloponeso. Por último, tenemos el caso de Aspasia, esposa de Pericles, que fue acusada por filósofos y opositores políticos de manipular y corromper el pensamiento del famoso estadista y de las mujeres atenienses.

  Si bien los ejemplos anteriormente mencionados representaban a miembros de los sectores más ricos, la crítica de sacerdotes, filósofos, dramaturgos y sectores aristocráticos hacia las mujeres se debía a que representaban la ginecocracia y podían hacer peligrar los principios del sistema de gobierno. Más allá de sus especificidades, la subordinación de la mujer al Oikos, puede ser comparada con la denigración de los ciudadanos pobres que no contaban con tiempo de ocio porque debían trabajar. Las estrategias de las mujeres para imponer sus ideas representaban un peligro para el andamiaje político de Atenas, porque abría la puerta para que otros sectores sociales rezagados comiencen a cuestionar y transgredir los principios de la Polis.   

 Hasta la próxima….


Léase
Aristóteles. (1986). Política, Editorial Gredos.
Cepeda, Jesús. (2000). “Transmisión hereditaria a través de la mujer”, Espacio, tiempo y formas: Historia Antigua.
Damet Aurélie. (2016). “El estatuto de las madres en la Atenas Clásica”, Anales de Historia Antigua, Medieval y Moderna, n° 50. 
Eurípides. (1987). Obras Completas, Volúmenes I y III, Editorial Gredos.
Plácido Suárez, Domingo. (2003). Poder y discurso en la antigüedad clásica, ABADA Editores. 
Schnapp, Alain. (1996). “La imagen de los jóvenes en la ciudad griega”, en Levy Giovanni y Schmitt Jean Claude, Historia de los jovenes, Taurus.

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Comentarios

  1. Hay una excepción que confirma la regla: las hetairas. Por otra parte, me parece que leyes tan rigurosas, incluso misóginas me hicieron pensar que la antigüedad del modo de producción esclavista, los grupos de hombres armados para proteger la propiedad y el patriarcado eran relativamente recientes. No olvidemos que el ejército aqueo que navegó para atacar Troya fue una confederación de muchísimas "ciudades" con un rey y "pocos indios". El tiempo corto del modo de producción y acumulación, las leyes y los usos y costumbres condimentan el rigor. Remember el relato mitológico del encuentro con la isla de las amazonas.

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