“La ultima cena”,
pintura realizada por Leonardo Da Vinci entre 1495-1498
Un caldo de
cultivo
En el Siglo I dC.,
Jerusalén era una de las ciudades más importantes de la región oriental del
Imperio romano. Vivían alrededor de 200 mil habitantes, principalmente judíos
palestinos, egipcios, helenos, sirios y romanos. De hecho, si tomamos el corpus doctrinario del cristianismo podemos
notar una pluralidad de elementos de otras tradiciones religiosas: la
concepción de la vida eterna en el Antiguo Egipto; la moralidad y la
iconografía del culto a Mitra por los soldados romanos; y el mesianismo del
judaísmo, por citar algunos ejemplos.
Maqueta del Templo
de Jerusalén en Siglo I dC. (Fuente Wikipedia)
La mayoría de la población de Jerusalén eran pastores, pescadores, tenderos, artesanos, buhoneros y agricultores. Su principal fuente de ingresos eran las peregrinaciones al Templo. Alrededor de este edificio se levantaba un mercado donde se comerciaba artesanías, animales de corral, pescados y productos agrícolas. El geógrafo griego Estrabón se refirió a este suceso: “Dios se convirtió para los judíos palestinos en un medio importante de asegurar su subsistencia”. Los ingresos de los trabajadores se dividían en el pago del diezmo al Templo y los impuestos a los romanos. En la región de Palestina, los romanos tercerizaban la recaudación fiscal en manos de la clase sacerdotal (saduceos). Esta actividad era compartida con los funcionarios del rey, un títere cuya elección y desempeño se monitoreaba desde Roma.
Gracias al manejo
impositivo, los altos sacerdotes controlaban otro importante negocio: la usura. Cuando un campesino o pescador no podía continuar
abonando las cargas tributarias, los sacerdotes oficiaban de prestamistas a
cambio de un interés que era descontado de la producción agrícola o pesquera.
Los intereses eran exorbitantes y, en algunos casos, podían alcanzar hasta el
75% del préstamo concedido. Esto derivaba en las pérdidas de propiedades y el
crecimiento de los proletarii (personas
sin propiedad y trabajo) cuya salida a su desesperante situación era: integrar
las bandas de ladrones que saqueaban las caravanas y se refugiaban en el
desierto o formar parte de las grandes filas de mendicantes que dormían en los alrededores del Templo y subsistían
en base a limosnas entregadas por sacerdotes o peregrinos.
Bajo este contexto comenzaron a surgir distintos líderes religiosos que, haciéndose llamar como el rey de los judíos o mesías, criticaban la exacción de los sacerdotes o la opresión extranjera. A cambio, planteaban el reino de Dios como un salvoconducto a una población cada vez más subsumida en la miseria.
Derribar el árbol podrido
En un pasaje de La última tentación de Cristo (1988), el
controvertido film dirigido por Martin Scorsese, se puede ver a Jesús en
medio del desierto preguntándose: ¿Qué
quiere Dios de mí? Mientras, entre todas las tentaciones que le ofrece
satanás, le concede un árbol con frutos podridos. Jesús toma un hacha y lo
derriba sin miramientos. ¿Qué significa esta moraleja? Geza Alfoldy sostiene
que el cristianismo surgió como un movimiento de resistencia opositor al
Imperio Romano. Su rechazo a toda la simbología romana y el culto al Emperador
iba más allá de un simple problema de carácter religioso o cultural.
Representaba un profundo cuestionamiento a la principal figura de poder.
Pero el
surgimiento del cristianismo no solamente se trató de una suerte de
insurrección de liberación nacional frente
al yugo romano. También se opusieron a las clases dirigentes nativas. Estas
comunidades, compuesta por campesinos y pescaderos, no se forjaron en el seno
del judaísmo ortodoxo sino en oposición a él. La exacción en materia impositiva
por parte de los altos sacerdotes derivaba en el empobrecimiento de la
población. Cuando Jesús expulsa a los mercaderes del Templo, podría estar
expresando el odio de las masas sobre sus opresores. En la epístola de San Juan
puede extraerse el siguiente fragmento:
Y ahora, ricos, llorad, lanzad lamentos por las miserias que os esperan. Vuestras riquezas se han convertido en podredumbre y vuestras vestimentas las han comido los gusanos. Vuestro oro y dinero han enmohecido, y el moho será un testimonio contra vosotros y os devorará vuestras carnes como un fuego
La cita nos permite visualizar el antagonismo social expresado entre ricos y pobres. Además, muestra que el origen de algunas de las primeras congregaciones cristianas estuvo asociado a un desprecio de las leyes tradicionales. Para la concreción de sus demandas, era necesario el uso de la violencia tal como se puede leer en el siguiente versículo de la epístola de Lucas donde Jesús declara:
No penséis que he venido para meter paz en la tierra: no he venido para meter paz, sino espadas (…) Ahora el que tiene bolsa, tómela y también la alforja, y el que no tiene, venda su capa y compre espada. Porque os digo, que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito.
Otro aspecto
importante fue el fenómeno internacional
que dio lugar al cristianismo. En varios puntos del Imperio romano surgieron
insurrecciones frente a la opresión imperial y las clases dirigentes locales.
Por ejemplo, en Alejandría (Egipto) los campesinos se rebelaron contra los
impuestos abrumadores sobre la producción agrícola. En Galia e Hispania,
transcurrieron una serie de sublevaciones en contra de las requisiciones
forzadas de granos. Sobre esta situación de decadencia, las sectas cristianas
comenzaron a reproducirse. Una de las principales menciones sobre Jesús en las
fuentes paganas habría sido de Tácito. En Annales, el historiador romano escribió:
Nerón [Emperador] acusó a personas llamadas por las gentes como cristianos y quienes eran odiados por sus fechorías culpándolos y condenándolos a los mayores tormentos. El Cristo de quien habían tomado el nombre, habría sido ejecutado en el reino de Tiberio [Emperador] por el procurador Poncio Pilatos (…) Aunque estos hombres eran verdaderos criminales que merecían los más severos castigos, había una pública simpatía hacia ellos.
Si bien el fragmento citado fue criticado por su veracidad dado que no menciona las actividades y enseñanzas de Cristo, nos ofrece una primera pista sobre la propagación de los cristianos en las ciudades y su persecución por las autoridades romanas. Algunos historiadores remarcaron el carácter transgresor o subversivo de las primeras congregaciones cristianas por su denuncia al enriquecimiento de los altos sacerdotes judíos y los funcionarios romanos. Un segundo indicio se refiere a la adhesión que adquirió la corriente cristiana entre la población laboriosa.
Todo lo solido se desvanece en el aire
En la Pasión de Cristo, los episodios evangélicos componen la última etapa de la vida de Jesús. Este relato comienza desde la entrada triunfante del líder cristiano a Jerusalén hasta su encarcelamiento, condena y ejecución. Karl Kautsky se preguntaba sobre los motivos que suscitaron el tránsito de una situación de efervescencia social, donde Jesús tiene a su merced el poder del Templo, a su posterior encarcelamiento y condena sin ofrecer la menor resistencia. Creemos que la respuesta se encuentra en el contexto que fueron escritos los cuatro evangelios (Mateo, Lucas, Marcos y Juan) seleccionados y canonizados por la Iglesia Católica en el año 185 dC.
Los dos primeros
evangelios, Marcos y Lucas, habrían sido escritos entre el 67 a 75
dC. Su redacción coincidiría con la
insurrección de los judíos y la ocupación del Templo. Ambos textos, ofrecerían
una visión de un Jesús combativo y radicalizado como expresión de la
resistencia judía frente al extranjero y las elites locales. Sin embargo, la
destrucción del Templo de Jerusalén (70 dC.), en manos del ejército romano,
marcaría una suerte de parteaguas en la cosmovisión cristiana al desplazarse la
postura revolucionaria por una
tendencia conciliadora o pacificadora.
En el evangelio de Mateo, supuestamente redactado entre 75 a 85 dC., puede leerse la siguiente frase: Felices los pobres de espíritu, pues el reino de los cielos os pertenece. Felices quienes tienen sed de justicia, ellos serán saciados. A través de esta frase, podemos deducir que los pobres y hambrientos se han transformado en pobres de espíritu y sedientos de justicia. Mientras, el reino de Dios no es más que el reino de los Cielos. El radicalismo detrás de las primeras congregaciones cristianas es remplazado por una religión pacificadora que ofrece consuelo al prójimo en la otra vida. Por último, el evangelio de Juan, el más moderno de los cuatro, es el escrito donde más se pronuncia la esencia pacificadora de Jesús. A diferencia de los evangelios restantes, este texto establece una mayor delimitación entre la congregación cristiana y la comunidad judaica. Sino, nos es difícil de explicar como un pueblo que apoyó fervientemente a Jesús y lo acompaño hasta la puerta del Templo, de manera expeditiva pasaba a odiarlo y desear enfáticamente su crucifixión ante un crimen como el tratar de liberar a la población del opresor.
Burocratización
Aquellas características que dieron a la corriente
cristiana su carácter rebelde habían sido derrotadas. El Reino de Dios en la Tierra desapareció para dar lugar al Reino de los Cielos. Esta concepción de
una vida feliz y la salvación eterna comenzó a atraer a las clases opulentas
que, a través de la caridad, creían lograr una atenuación de la miseria. El
ingreso de los ricos generó un debate al interior de las congregaciones tal
como lo demuestra la Epístola de Santiago, escrita en el Siglo II:
Si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de
oro y de preciosa ropa, y también entra un pobre con vestidura vil y tuvieras
respeto al que trae la vestidura preciosa y le dijereis: “siéntate tu aquí en
buen lugar”. Y dijereis al pobre: “estate tu allí en pie; o siéntate aquí
debajo de mi estrado” ¿No juzgáis en vosotros mismos y venís a ser jueces de
pensamientos malos? (…) Más vosotros habéis enfrentado al pobre (…) Más si
hacéis excepción de personas cometéis pecado.
La cita nos permite reflejar que el ingreso de los sectores opulentos comenzaron a modificar la composición social de las congregaciones. Además, la paulatina consideración al rico disipó el carácter combativo de las organizaciones cristianas y propició una división interna: los miembros comunes, que predicaban, compartían las labores y las comidas; y los maestros, aquellos encargados de guiar y orientar al grupo sin necesidad de trabajar manualmente. Estos vivían de los ingresos provenientes de las donaciones y los diezmos del resto de los miembros. En el diálogo entre Pablo y los Corintios, él les expresa la obligación de los miembros con su maestro, el cual no tiene obligación de trabajar. Porque él es un apóstol y vio a Jesús el Señor Nuestro.
La curación del ciego (1567), pintura realizada por El
Greco (Fuente Wikipedia)
A medida que se ensanchó la brecha interna dentro de la congregación, la organización comenzó a nombrar obispos y
administradores en la misma medida que se incrementaba sus lazos con los Estados. La
Iglesia Católica se creó a partir de una estructura cada más poderosa, un corpus ideológico que le otorgaba una
cohesión interna y un funcionariado que se asemejaba a una casta. La nueva institución no condenó la esclavitud, sino que la justificó
en función de sus grandes propiedades de tierras con mano de obra esclava.
Aquellas congregaciones que rechazaron cumplir con las decisiones de los Concilios fueron expulsadas, excluidas del cuerpo central o directamente excomulgadas. En este contexto, ser separado de la iglesia representaba la expulsión de la sociedad. Una situación diametralmente opuesta y a la sombra de los principios que fundaron aquellos pequeños grupos de tenderos, campesinos y pescadores palestinos en Galilea.
Hasta la próxima…
Léase
Alfoldy, Geza. (1996). Historia social de Roma, Alianza
Universal.
Engels, Frederich (1894/1895). “Contribución a la
historia del cristianismo primitivo”, Die
Neue Zeit, vol. I, pp. 4-13 y 36-43.
Enlace: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1894/crist-prim.htm.
Ginzburg, Carlo. (2010).
El hilo y las huellas. Lo verdadero, lo
falso, lo ficticio, Fondo de Cultura Económica.
Harnack,
Adolf. (2011). What is Christianity.
Williams and Norgate.
Kautsky,
Karl. (2013). El cristianismo. Sus orígenes y fundamentos,
Editorial Marat.
León, Abraham. (1975). Concepción materialista de la cuestión judía, Ediciones El Yunque.
Theissen, Gerd. (2011). La sombra del galileo, Ediciones Sigueme.
Weber, Max. (2003). Economía
y Sociedad, Fondo de Cultura Económica.
Un escrito histórico. Una visión de cómo se desarrollaba la vida de los contemporáneos de Jesucristo. Gracias
ResponderBorrarGracias a vos por el comentario. Saludos
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