El comercio de esclavos ocupó una parte considerable durante la Edad Media. En otro escrito de nuestro blog graficamos como el imperio bizantino y los reinos musulmanes fueron receptores de mano esclava como resultado de las campañas militares y la expansión territorial de los carolingios. Además del tráfico desde Occidente, la Jihad (Guerra Santa), las aceifas (incursiones o pillaje en territorios cristianos) o las fitna (guerra civil) constituían importantes fuentes de aprovisionamiento dado que los esclavos formaban parte del botín de guerra que se repartían entre los generales. En el presente escrito, trataremos el sistema esclavista en los estados islámicos a partir de la situación de las mujeres esclavas. Aquí veremos los problemas que acarreaba la esclavitud femenina, la heterogeneidad de las categorías de esclavas y las perspectivas de salir del cautiverio.
Aspectos económicos y jurídicos
El ingreso de esclavas extranjeras generó una serie de problemas desde el punto de vista económico y jurídico. Por un lado, desestabilizó el “mercado del matrimonio” en referencia a la labor de las casamenteras y los arreglos matrimoniales en función de las dotes. Según la jurisprudencia, las esclavas podían constituirse en potenciales concubinas, siempre y cuando el esposo sostuviese económicamente el harén (podía tener hasta 4 esposas legítimas y todas las concubinas que desease). La situación de las concubinas esclavas albergaba otro inconveniente legal. Más allá de la cuestión de la legitimidad, había que demostrar que eran vírgenes o no estaban casadas con anterioridad.
Los estados musulmanes tenían una política de control reproductiva diferente a los romanos o los reinos occidentales. Para estos, las esclavas eran un medio necesario para la reproducción de nueva mano de obra. Mientras que los islamistas, aplicaban diversos mecanismos de control de natalidad o implementaban la manumisión para asegurar el flujo comercial de esclavos y así remplazar a las mujeres musulmanas en aquellas labores que se negaban a realizar.
Esclavas Vip
Las mujeres esclavizadas se organizaban en dos clases distintas: las yawari (clase elevada) y las de baja condición, aunque comparten un hecho significativo en común: su posible explotación sexual por parte del dueño. Las yawari, eran aquellas mujeres dedicadas al placer de sus amos y debían presentar una “perfección física” (ausencia de defectos como lunares, mal aliento, canas o falta de dentadura). Su virginidad era un medio para garantizar una venta cuantiosa para el amo porque permitía viabilizar la paternidad y, por ende, la transmisión de la herencia y descendencia de un linaje o dinastía. Similar al catolicismo, se recomendaba no tener relaciones sexuales hasta concretar el concubinato. En todo caso, se contemplaba un período de observación o de vigilancia que culminaba con la entrega de un certificado para el comprador.
Para alcanzar este status tenían que poseer capacidades artísticas (baile y canto) e intelectuales como la memorización de pasajes del Corán. Es importante remarcar que el acceso al conocimiento de la religión islámica estaba circunscripto a los varones. Sin embargo, este tipo de formación requería una costosa educación que debía abonar el dueño lo cual incrementaba el valor y el precio de este tipo de esclava. La exhibición y subasta de las yawari se realizaban durante las veladas organizadas para ricos. La posesión de este tipo de esclavas era una prueba de riqueza de parte de su amo. El papel de la maternidad jugaba un papel importante dado que permitía colocar a su hijo en las esferas más altas del poder. Aunque el principal rol de estas concubinas esclavas era satisfacer las necesidades sexuales de su dueño y no participar de la reproducción. Las esposas legítimas se encargaban de ejecutar todas las precauciones en materia anticonceptiva que era costeada por el amo.
Esclavas de baja condición
En el caso de las esclavas de status inferior, eran aquellas que llevaban a cabo todo tipo de trabajo doméstico. Podían ser concubinas, pero no al mismo nivel de las yawari. Su compraventa se realizaba en las secciones de esclavos dentro del zoco (mercado tradicional). En el derecho islámico, el esclavo aparece como objeto y, a su vez, persona jurídica con el solo fin de garantizar la explotación al máximo por parte de sus dueños.
A diferencia de las yawari, que tenían mayor posibilidad de casarse con personas libres, las esclavas inferiores mayormente contraían nupcias con otros esclavos siempre y cuando el amo diese la aprobación legal. Sin embargo, este tipo de matrimonio acarreaba una serie de problemas como la disminución del precio de venta, la inaccesibilidad sexual al amo (sería considerado adulterio) y si cursaba un embarazo, la mujer trabajaría menos.
Paternidad y Sucesión
La descendencia de la esclavitud se desarrollaba por línea matrilineal, salvo el caso de las concubinas esclavas cuya paternidad debía ser aprobada por el amo. En los pleitos jurídicos, el testimonio del dueño se encontraba incluido en la jurisprudencia, a diferencia de la voz de la esclava que carecía de todo valor legal. Era común entre los sectores pobres la presencia de bastardos producto de ultrajes por parte de los amos o terceros.
En la actualidad, el emir de Qatar (dueños de yacimientos petrolíferos y gasíferos, y hasta clubes de futbol) está casado con 3 esposas legítimas
Pero en los sectores elitistas, el hijo producto de un concubinato le podía representar un ascenso en el poder. El incremento de esclavas concubinas en los círculos aristocráticos derivó en modificaciones legales. En la región de Andalucía, sur de España, entre el periodo 750-928, cuatro emires fueron hijos de una concubina esclava. Claramente se trataba de una especificidad en el mundo islámico que derivó en un cambio en las estructuras familiares en los sectores más pudientes. En cambio, para las yawari constituía un medio para que su descendencia pudiese evitar la esclavitud. En Andalucía, un proverbio popular decía: la esclava que se queda embarazada ha encontrado su camino.
Hasta la próxima…..
Léase
https://muginyhugin.blogspot.com/2023/11/la-masacre-de-verden-i-shed-blood-of.html
Casares Aurelia Martin y Delaigue María Cristina (2016) Cautivas y esclavas. El tráfico humano en el Mediterráneo. Editorial Granada: España.
Spufford, Peter. (1991). Dinero y moneda en la Europa medieval, Editorial Crítica.
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