Carlomagno y la Iglesia Católica
Surgido por un Golpe de Estado, la dinastía carolingia
llegó al poder en el reino franco (actualmente Francia) a mediados del siglo
VII de nuestra era. Fue parte del proceso de transición en la formación de los
reinos germánicos y la asimilación de las estructuras del desintegrado imperio
romano. Este desafío político planteó el ascenso de El ascenso de Carlomagno al
trono (768-813).
Para otorgar una mayor legitimidad a su reinado, Carlomagno se volcó por la continuidad de las instituciones y simbología romana. Su elección como Emperador de Occidente, planteó la recuperación de un título que había desaparecido en los últimos siglos. A través de la fundación Aquisgrán, capital del reino, comenzó un proceso de centralización política y control fiscal. Pero para garantizar la gobernabilidad impuso el sistema de vasallaje, similar al sistema clientelar romano. En este caso los nobles y condes, a menudo familiares y sectores cercanos al rey, a cambio de un servicio militar recibían como beneficium la posibilidad de gobernar un condado o provincia.
La expansión y legitimidad del poder de los carolingios fue gracias a su acuerdo con la Iglesia. Por ello, su imperio buscaba tener un carácter “cristiano” tanto en la anexión de tierras como la conversión de los paganos a la religión cristiana. Esto implicaba la retribución de diezmos, impuestos y nuevas propiedades a través del sistema de donaciones. La unión entre Iglesia y Estado se puede visualizar en la coronación de Carlomagno narrada por Egidio:
En efecto, el mismo, como en el día de la Navidad hubiese entrado en la
basílica del apóstol de San Pedro, a la misa de celebración solemne y se
hubiese situado ante el altar, donde se inclinó para hacer oración, el papa
León le colocó la corona sobre su cabeza, reunido todo el pueblo que aclamaba
¡Carlos Augusto, coronado por Dios, grande magnifico emperador de los romanos,
vida y victoria! Después de estas alabanzas fue adorado por el propio pontífice
al modo de los antiguos príncipes, y después, omitiendo el nombre de patricio,
fue llamado Emperador y Augusto (…) Carlos, serenísimo Augusto, coronado por
Dios, grande y pacífico Emperador, gobernante del Imperio Romano, y, por la
misericordia de Dios, rey de los francos
En este marco, los carolingios iniciaron una campaña de expansión militar sobre los territorios vecinos como España, Italia, Alemania y las regiones eslavas. Por una parte, la conquista de nuevos territorios benefició a los condes o príncipes carolingios que se apropiaron de las tierras y la venta de los aldeanos como esclavos. Por otra parte, implicó el incremento de la conversión y evangelización de una inmensa cantidad de pueblos paganos.
La expansión carolingia reactivó el comercio de esclavos con Bizancio y los reinos árabes. En solo siete años (793 a 800) se produjo un flujo masivo de grandes contingentes de esclavos sajones, visigodos, ávaros y eslavos. Las rutas de tráfico se enlazaron de norte-sur y oeste-este y unieron a los puertos de Frisia, Venecia, El Andaluz o Constantinopla con las ciudades francas de Verdún y Maguncia, principales centros de comercialización de mano de obra esclava. A su vez, el incremento de la exportación de esclavos se tradujo en un ingreso creciente de divisas en oro y plata que permitió atenuar la importación de artículos de lujo provenientes de las elites carolingias.
Este fue el ambiente histórico que envolvía a Verden a finales del Siglo IX
Verden y las guerras sajonas
Los sajones fueron una suerte de confederación de pueblos autónomos que se instalaron en las regiones pertenecientes a Dinamarca y el noroeste alemán. Se trataba de sociedades estratificadas lideradas por un rey (Thane) y una aristocracia guerrera (Edhilingui) que se congregaba en asamblea (Witan). El sustento de estos grupos privilegiados provenían de las prácticas comerciales y los saqueos o pillajes en tierras lejanas. En cuanto a su organización productiva, las tribus se organizaban en hundreds (centenas) que congregaban a las aldeas campesinas (Frillingui u hombres libres) y cuya propiedad se dividía entre la parcela para la explotación agrícola y los suministros provenientes de las tierras comunales (bosques y pantanos). En cuanto al culto, las divinidades de los sajones tenían una similitud con el panteón de los dioses nórdicos basados en el culto a Odín, Thor, Freya, etc.
La conquista del territorio de los sajones duró alrededor de treinta años por la resistencia de las tribus a la penetración carolingia y católica. Carlomagno aplicó una política coercitiva basada en la expropiación de tierras para la formación de grandes dominios (unidades productivas integradas por colonos y esclavos), la recaudación y centralización impositiva a través de los funcionarios reales, y la conversión forzosa de la población al cristianismo.
La aceptación de la religión católica por parte de los sajones no solo expresaba el tránsito del culto politeísta al monoteísta. Implicaba un nuevo orden de dominación política y económica. Por una parte, los pobladores tuvieron que abonar periódicamente el diezmo. Es decir, además de la carga tributaria al gobierno carolingio, una décima parte de la cosecha de los aldeanos iban a las arcas de la Iglesia. Por otra parte, la intromisión de las nuevas prácticas religiosas (rezo, bautismo, concurrencia a misa, construcción de capillas al interior de las aldeas) incluyó la prohibición de toda forma de culto pagano. Esto incluyó la destrucción de los símbolos y las divinidades paganas, como sucedió en el año 772. Por orden real, el ejército carolingio procedió a destruir el santuario de Irminsul (el árbol sagrado que representaba la conexión entre el cielo y la tierra para los sajones).
"La destrucción del
Irminsul por Carlomagno" (1882), por Heinrich
Leutemann
Ante la opresión de las fuerzas conquistadoras, los campesinos sajones iniciaron una rebelión que propinó una serie de reveses militares a las huestes militares carolinginas, incluyendo la destrucción iglesias y fortificaciones. De hecho, el levantamiento demoró la campaña expansionista de Carlomagno por Italia.
Despues de Verden
Luego de la
masacre, Carlomagno ordenó la deportación de 10 mil sajones para ser vendidos
como esclavos. Luego dictó las Ordenanzas
de Sajonia, técnicamente conocida como el Capitular de Partibus Saxoniae (782-785). De modo resumido el documento público
sostenía:
Si en el futuro alguien perteneciente a la nación sajona queda sin el bautismo, se esconde o lo rechaza queriendo permanecer pagano, que sea castigado con la muerte […] si alguno conspira con los paganos en contra de los cristianos y persiste en ser su enemigo, que sea castigado con la muerte […] aquel que sea reconocido culpable de infidelidad al rey, será castigado con la misma pena.
Algunos historiadores creen que la expansión de la Iglesia Católica sobre territorio sajón bajo la bandera de la lucha contra “los demonios paganos” fue un antecedente de las Cruzadas del Siglo XI en pleno auge del feudalismo. También, sostienen que colaboró en la formación de la “Ruta de la Seda” que, tiempo después, los vikingos utilizaron para saquear y, especialmente, comerciar esclavos por productos de suntuarios provenientes del mundo asiático. El historiador económico Peter Spufford concluye: “fue en razón de la exportación de carne y sangre humana, la mercancía más lucrativa del mundo, por lo que Europa Occidental, yerma de oro, empezó a recibirlo de nuevo”.
En 1935, la resistencia sajona y la masacre de Verden perpetrada por las fuerzas militares carolingias formó parte de la simbología nazi a modo de destacar los orígenes de la nación alemana y justificar el enfrentamiento y la ocupación de Francia cinco años después.
Hasta la próxima….
Lease
Marx, Karl. (2012/1867). “La llamada acumulación originaria”, El Capital. Tomo I, Cap. XXIV (pp. 607-649), Fondo de Cultura Económica.
Spufford, Peter. (1991). Dinero y moneda en la Europa medieval, Editorial Crítica.
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