Desde la Independencia de las trece colonias británicas (1776) los Estados Unidos desplegaron una acelerada expansión que derivó en la cesión, compra y anexión de grandes territorios, especialmente ubicados en la región oeste del país. A través del lema de la Doctrina Monroe, “América para los americanos”, los norteamericanos comenzaron a intervenir en política exterior en defensa de sus propios intereses. La guerra cubana (1898) fue, para muchos historiadores, un punto de inflexión en las aspiraciones expansionistas de USA. En este artículo presentaremos las razones que llevaron a la implementación de esta nueva política agresiva e imperialista, con el fin de analizar y señalar sus consecuencias.
Destino
Manifiesto
Además de la Doctrina Monroe, otro elemento que nutrió la base ideológica del expansionismo norteamericano fue el Manifiest Destiny (Destino Manifiesto). Se trató de un concepto atribuido al periodista John Sullivan que, a través de su columna en el Democratic Review, sostuvo:
El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino.
A su vez, este planteo tenía un fuerte componente racista al colocar a la nación estadounidense como anglo-teutónica y portadora de los valores de la civilización blanca. Esta forma de nacionalismo constituyó uno de los pilares en la incorporación de los Estados Unidos a la carrera imperialista mundial de finales del siglo XIX.
“Una
espléndida guerrita”
Cuba se hallaba bajo corona española que, desde la segunda mitad del siglo XIX, empezó a resquebrajarse. La decadencia económica y política de España motivo a la población cubana a impulsar la lucha por su independencia. Hacia 1895, la guerra se intensificó y los sectores independentistas crearon el Partido Revolucionario Cubano, encabezado, entre otros, por el escritor y poeta José Martí. En Nuestra América, Marti asocia la defensa de la independencia cubana con una “América unida, libre y justa” donde la opresión colonial debía ser extirpada.
La relación de Estados Unidos con Cuba había sido siempre estrecha, tanto por su cercanía geográfica, como por la importancia comercial, sobre todo relacionada a la compra de azúcar, la principal producción de la isla y un componente vital para la ascendiente industria alimenticia estadounidense. Asimismo, la posición de USA era favorable a que España le concediera a Cuba la autonomía. Por último, los norteamericanos aspiraban a tener un peso político y territorial mayor en el Caribe.
William McKinley, presidente de Norteamérica, decidió lanzar el país a la guerra ante las presiones de grupos económicos agrarios e industriales, y también de la población, que había reforzado un sentimiento anti-español, sobre todo luego del atentado y la difusión de la prensa de sus consecuencias. La contienda bélica duró solo cuatro meses, dado que los estadounidenses desembarcaron 17.000 soldados en la isla. La superioridad naval y militar norteamericana fue demasiado para un ejército español muy débil desde el punto de vista material y moral.
En París se procedió a la firma de un tratado donde
explícitamente España renunciaba a sus posesiones en Cuba y cedía Puerto Rico a
USA como compensación por el costo de la guerra. También, le vendió las islas
de Filipinas en 20 millones de dólares. el 12 de agosto de 1898, John Milton
Hay, Secretario de Estado de USA, declaró: fue
una espléndida guerrita.
Nace un imperio
La guerra
cubana constituyó un punto de quiebre en la política
exterior norteamericana. Por un lado, consolidó la hegemonía de los Estados
Unidos como potencia predominante en el Caribe, desplazando en forma definitiva
a Gran Bretaña. Por otra parte, expandió la influencia de USA hacia el Lejano
Oriente, lo que determinó una expansión comercial y económica clave. En este
sentido, el imperialismo norteamericano, a diferencia del europeo, se centró
más que en la ocupación de territorios, en la inversión y el libre comercio, y
en el domino económico de los países denominados subdesarrollados.
Dibujo satírico publicado en 1896 en el diario catalán La Campana de Gràcia, criticando la actitud de EE. UU. hacia Cuba.
En un principio, el conflicto significó para los cubanos el cambio de un opresor por otro. La aprobación Enmienda Platt, en 1901, le aseguró A Estados Unidos preservar sus intereses en la isla e intervenir cuando lo considerara necesario. Además de las empresas azucareras y de juegos de azar, más adelante la isla se convirtió en un enclave para los negocios relacionados al mundo del hampa como la prostitución. Esta situación no puede disociarse del estallido de la revolución cubana, sesenta años después de la guerra por la independencia.
Lease
Guerra, Ramiro. (1973),
La expansión territorial de los Estados Unidos. Editorial de Ciencias Sociales.
LaFeber, Walter (1998),
“¿Un peldaño en la escalera? La guerra del 1898 y el “siglo norteamericano”, Revista española del Pacífico, nº9.
Marti, José. (2005). Nuestra América y otros escritos.
Ediciones El Andariego.
Sellers, Charles, May,
Henry y McMillen, Neil R. (1988), Sinopsis
de la Historia de los Estados Unidos. Editorial Fraterna.
Zinn, Howard. (2022). La otra historia de los Estados Unidos. Ibérica.
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