En términos polémicos podemos decir que el presente escrito presentó un desafío para los editores de este proyecto. En este caso presentamos al lector la reconstrucción de un acontecimiento histórico cuyo principal actor es, nada menos, que un animal. Dejando de lado nuestro irónico propósito, en este artículo abordaremos el vínculo entre los seres humanos y los animales a través de un interesante caso que transcurrió en Australia a principios de la década del 30. La batalla entre los colonos australianos y los emús (un ave silvestre similar al ñandú argentino) por el control de los espacios agrícolas nos permite visualizar el impacto de la economía capitalista sobre el trabajo rural y el ambiente.
Tierra, trabajo y salario
Apenas finalizada la Primera Guerra Mundial, el gobierno australiano tuvo dificultades para encontrar actividades para sus veteranos al regresar a casa. A partir de 1915, se implementó un programa de asentamiento de soldados en todos los estados, que finalmente permitió que unos 5030 exsoldados recibieran parcelas de tierra para convertirlas en granjas, principalmente para el cultivo de trigo y ovejas. Además de los soldados, llegaron alrededor de 200 mil inmigrantes británicos que se mudaron hacia los pueblos rurales. Pero entre 1919 y 1923, Australia experimentó una alta inflación seguida de una profunda recesión que incrementó la carestía y la caída de los salarios. Por ende, en las regiones rurales se vio un escenario de alta desocupación, y el incremento de actividades delictivas.
La situación se agravó en abril de 1925 cuando Winston Churchill, Ministro de Haciendo en Gran Bretaña, devolvió a Inglaterra el patrón oro, por el cuál la libra esterlina podía convertirse en oro al tipo de cambio al que se había fijado en 1913. Esta medida monetaria influyó en Australia dado que su moneda, la libra australiana, se valorizaba en relación con libra esterlina, por lo que sus exportaciones se vieron afectadas y dio como resultado la caída de los precios de sus principales materias primas: el trigo, la carne y la lana. A su vez, Australia fue desplazada del mercado mundial porque Estados Unidos, Canadá y Argentina comenzaron a producir excedentes agrícolas. Por lo tanto, la caída de los precios y el exceso de oferta mundial de los principales productos de exportación de Australia impacto en la caída del empleo, el empobrecimiento de los campesinos y el abandono de las tierras.
Para los trabajadores que aún se recuperaban de la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión (1929-1930) fue un golpe brutal. En 1932, la desocupación alcanzaría niveles históricos y en las áreas rurales sería del 32%. Ante la falta de seguro de desempleo, más de 40 mil personas se desplazaron por todo el país en búsqueda de nuevas oportunidades laborales. Más de 60 mil trabajadores dependían del susso, un pago de sustento estatal que permitía a las familias comprar sólo el mínimo indispensable de alimentos. Un verso de la época decía: Ahora estamos en el susso/ no podemos permitirnos una vaca/ vivimos en una tienda de campaña/no pagamos alquiler/ahora estamos en el susso.
La tierra es de los emús
En 1931, el Partido Laborista australiano impulsó la "Igualdad de Sacrificio". Basado en las ideas keynesianas, el plan consistía un incremento de los impuestos y el repoblamiento de las áreas rurales abandonadas por la crisis de principios de los años 20. Los agricultores y colonos se vieron obligados a trabajar la tierras en condiciones deplorables y desérticas que implicaba un gran esfuerzo en la construcción de un sistema de riego y deforestación. El banco agrícola otorgaba créditos que luego reembolsó con pequeños gravámenes sobre las cosechas de trigo.
Sin embargo, en aquellas áreas se encontraron con un problema que no habían contemplado: la llegada de alrededor de 20 mil emús que se ubicaban en aquellos espacios durante la época de cría (coincidente con la época de cosecha). Además, las enormes aves descubrieron que las tierras cultivadas suponían un excelente hábitat donde instalarse y conseguir alimento con facilidad. De este modo, el emú se convirtió en una especie de plaga y los campesinos veían como se destrozaban sus precarios cultivos y los cercos.
La presencia de las aves en estos territorios propició un conflicto con los aborígenes quienes defendían a los emús al considerarlos un símbolo de su cosmogonía debido a su comportamiento comunitario expresado en sus grandes movimientos migratorios, la velocidad y la tenacidad frente a otras especies invasoras.
Una victoria impensada
El 4 de noviembre, el mayor Meredith planeó emboscar a un grupo de unos mil emús que habían sido avistados cerca de una presa, y para aquella misión los artilleros decidieron esperar hasta que las aves se encontraran a tiro para abrir fuego. Pero la ametralladora se atascó después de disparar tan sólo a doce aves, y el resto se dispersó antes de que los soldados pudieran volver a disparar. Ese día no se pudo atacar a más emús. Poco después, unos informes dirigidos al mayor Meredith informaban de que se había avistado un grupo de aves, que parecían "bastante más mansas" hacia el sur, por lo que el militar decidió trasladarse hasta allí para darles caza.
El 8 de noviembre, miembros de la Cámara de Representantes de Australia discutieron sobre la idoneidad de seguir con la operación. Las noticias publicadas por los medios locales afirmaban que "sólo unos pocos de los emús cazados habían muerto", por lo que no parecía tener mucho sentido continuar. A medida que corrían las semanas, los emús se desplazaban alrededor de 90km y lograban evadir a los refuerzos militares que llegaron con el fin de reducir su población.
Pasado un mes del inicio de las operaciones, la población de los emús solo se había reducido alrededor de un 10%. Incluso, el oficial a cargo, Gwynydd Meredith, quedó sorprendido por la resistencia de estas aves ante los fallidos intentos de abatirlos mediante el disparo ininterrumpido con metralletas, el método convencional utilizado por los ejércitos durante la Primera Guerra Mundial:
"Si tuviéramos una división militar con la capacidad de de estas aves se enfrentaría a cualquier ejército del mundo (...) Pueden enfrentarse a las ametralladoras con la invulnerabilidad de los tanques. Son como los zulúes, a quienes ni siquiera las balas dum-dum podrían detener"
La resistencia de los emús a los colonos y soldados comenzó a ganar simpatía en la población australiana que exigió un replanteo de las políticas de conservación de esta especie. De esta manera, el gobierno canceló la operación y los emús resultaron victoriosos.
Un símbolo nacional
Desafortunadamente para nuestros héroes, el gobierno decidió proporcionar la munición que los lugareños necesitaban para resolver el problema por sí mismos, y alrededor de 57.034 emús murieron en seis meses en 1934. El 5 de julio de 1953, el periódico australiano The Sun Herald comparó la lucha de las fuerzas australianas contra los animales con los crímenes perpetrados por el ejército británico sobre las tribus africanas para apropiarse de sus tierras, mano de obra y recursos naturales. El gobierno australiano resolvió la construcción de una valla de protección de más de 200 km con el fin de contener a los emús que, por esos años ya era considerada un emblema nacional.
En la actualidad se estima que la población de emús en Australia oscila entre 600.000 y más de 700.000. Ahora, la desgarbada ave que ocupa un lugar de honor en el escudo de armas australiano junto con el canguro. Lo que fue un fracaso del Estado y el gobierno laborista australiano se creó una leyenda nacional donde los emús fueron presentados como una especie resiliente y capaz de enfrentar la adversidad. Un ejemplo a seguir para las familias trabajadoras que debieron sobrevivir a las dos Guerras Mundiales y las sucesivas crisis económicas.
Léase
Cook, R. & Jovanovic, S. (2019). "The Emu strikes back: an inquiry into Australia´s peculiar military action of 1932". Romania journal of Historical Studies, 1-11.
Gott, R. (2014). El imperio británico: Resistencia, represión y rebeliones. El otro lado de la historia. Capital Intelectual.
Hobsbawm, E. (2002). La invención de la tradición. Editorial Crítica
Johnson, M. (2006). "Enemigos emplumados": colonos soldados y la "Guerra del emú" de Australia Occidental de 1932. Revista de Estudios Australianos, pp. 147-157.
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