Ir al contenido principal

Al borde del abismo (primera parte)

 


La Crisis Cubana de los Misiles de 1962 fue el episodio de la Guerra Fría en el que más cerca estuvo de producirse una guerra nuclear entre los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

 

Constituyó un hecho clave porque marcó el punto más alto de enfrentamiento entre las dos superpotencias, y a su fin, el inicio de una distensión que se extendió hasta fines de los setenta. En este sentido, propició una relativa estabilidad de las relaciones internacionales, ya que tanto los norteamericanos como los soviéticos respetaron sus respectivas zonas de influencia. Por otra parte, la proximidad de una guerra nuclear que reflejó la Crisis de los Misiles, produjo una toma de conciencia por parte de ambos bandos acerca de la peligrosidad que entrañaban la existencia de armas nucleares y la continuidad de la carrera armamentista.

 

En esta primera parte mostraremos las principales posiciones historiográficas norteamericanas sobre la Crisis Cubana de los Misiles de octubre de 1962. En primer lugar, se presenta una descripción de la evolución de las relaciones entre Cuba y EE.UU. concentrándonos en la fase que se despliega a partir del triunfo de la revolución. Más adelante, se describen cronológicamente los hechos esenciales de la Crisis de los Misiles. En tercer término, se presentan las tres corrientes historiográficas norteamericanas predominantes sobre su política exterior y los principales aspectos de la Crisis de los Misiles.

La Revolución Cubana y los Estados Unidos

En diciembre de 1956 el yate Granma desembarcó en Cuba a Fidel Castro y a un grupo de seguidores que tenían como meta derrocar a Batista mediante la lucha armada. Al primer frente guerrillero que se ubicó en la zona de Sierra Maestra se sumaron las acciones opositoras del movimiento estudiantil y las organizaciones obreras controladas por el Movimiento 26 de Julio y el partido comunista. Frente a la inestable situación política el gobierno norteamericano apoyó a la oposición antibatistiana moderada, pero ante la negativa de Batista a dejar el poder optó por imponer un embargo de armas a Cuba. La polarización de la situación permitió a Castro alcanzar el liderazgo indiscutido de la oposición que a través de acciones armadas y huelgas generales fue acorralando al régimen de Batista. El programa de la oposición era nacionalista y radical y retomaba gran parte del espíritu de la Constitución de 1940. Y fue ésta constitución la que fue restaurada a partir del primero de enero de 1959, momento en el que el Ejército Rebelde liderado por Castro tomó el control de Cuba.

 

De 1959 a 1961 se produjo un acelerado proceso de radicalización que culminó con la declaración del carácter socialista de la revolución y la ruptura de relaciones con Estados Unidos. El giro a la izquierda de la revolución fue determinado en gran medida por la oposición de EE.UU. a diversas medidas nacionalistas del nuevo gobierno que afectaron la rentabilidad de las importantes inversiones norteamericanas en el país. En este sentido, el proyecto de Reforma Agraria que establecía la prohibición de la propiedad extranjera sobre la tierra y los ingenios azucareros creó un gran malestar en el gobierno estadounidense.

La serie de “juicios revolucionarios” y fusilamientos a antiguos seguidores de Batista ahondaron aún más el disgusto de EE.UU. Más allá de los proyectos, desde 1959 se registró una enorme presión obrera para elevar los salarios reorganizar los sindicatos y concretar el pleno empleo que, avalada por el Ejército Rebelde, afectó profundamente a las empresas norteamericanas radicadas en Cuba. La nacionalización de la Cuban Telphone Company en marzo de 1959 y la fría recepción a Castro en su visita a EE.UU. en abril de ese año, mostraron las primeras desavenencias en la relación bilateral. En mayo, la implementación de la Reforma Agraria fue vista con recelo por las compañías estadounidenses, y a su vez, los primeros ataques aéreos de sabotaje sobre los campos cubanos (realizados con la complacencia de EE.UU.) acentuaron el enfrentamiento. 

 

A principios de 1960, Cuba y la U.R.S.S. firmaron un tratado de intercambio comercial que incluía el compromiso soviético de una compra anual de un millón de toneladas de azúcar cubana por cinco años y 100 millones de dólares de ayuda crediticia para el desarrollo industrial de la isla (Pérez Stable, 1999). En marzo, estalló en el puerto de La Habana el buque La Coubre, que traía un embarque de armas vendidas por Francia a Cuba. Castro culpó a Estados Unidos, y específicamente a la CIA por este incidente. En junio, luego de la negativa de las empresas Texaco, Shell y Stándar Oil a refinar petróleo crudo soviético, el gobierno revolucionario confiscó sus propiedades en la isla. Más tarde, en agosto, Cuba nacionalizó todas las propiedades norteamericanas luego de la abolición de las cuotas azucareras por parte de EE.UU.

 En septiembre de 1960, la Organización de Estados Americanos (O.E.A.) aprobó una medida de repudio al gobierno cubano a partir de la presión ejercida por Washington. Finalmente, en enero de 1961 el presidente Eisenhower decidió la ruptura de relaciones diplomáticas con Cuba.

Camino a la crisis: Bahía de los Cochinos

 Desde 1960, la radicalización de la Revolución Cubana generó preocupación en la administración Eisenhower que autorizó a la CIA para que entrene a un grupo de exiliados cubanos anti-castristas para invadir la isla. El 17 de abril de 1961, el presidente Kennedy aprobó la invasión planeada por la CIA, sin tener información correcta acerca del enorme apoyo con que contaba Fidel Castro entre la población cubana. A diferencia de lo ocurrido en Guatemala en 1954, la resistencia a la invasión fue exitosa porque la revolución cubana tenía raíces históricas profundas y un enorme sustento social. Por otra parte, más allá de prestar soporte logístico a este intento, la administración Kennedy no proporcionó una ayuda militar decisiva. De esta forma, a solo dos días de la invasión, la victoria de Cuba fue aplastante y humillante para EE.UU. La derrota en Bahía de los Cochinos y la declaración por parte de Cuba del carácter socialista de la revolución marcaron un punto de quiebre en la relación bilateral.

 Existe consenso entre los historiadores en cuanto a que este fracaso tuvo claras consecuencias en la política exterior seguida por Kennedy de allí en más. Las decisiones claves en esta área pasaron a concentrarse de forma predominante en el presidente y sus asesores más cercanos, disminuyendo así el rol del Departamento de Estado y el Pentágono (Kaufman, 1995). Asimismo, la derrota de Bahía de los Cochinos no hizo cejar a Kennedy en su objetivo de derrocar a Castro del poder en Cuba. De este modo, se prosiguió con la llamada Operación Mongoose, aprobada por Kennedy en marzo de 1962. Esta operación combinaba sabotaje, infiltración, guerra psicológica y operaciones de contrainsurgencia contra Cuba.

 La Crisis de los Misiles

 El martes 16 de octubre de 1962 el presidente de los Estados Unidos de América John Fitzgerald Kennedy recibió fotografías obtenidas por la Agencia Central de Inteligencia (C.I.A.) desde aviones espías U-2 que mostraban la construcción en Cuba de bases de lanzamiento de misiles de alcance medio e intermedio. Frente a estas pruebas, Kennedy estableció la formación del Comité Ejecutivo del Consejo Nacional (EXCOM) conformado por 15 hombres claves de las áreas de inteligencia y defensa. La primera decisión del EXCOM fue autorizar un nuevo vuelo de espionaje sobre Cuba para constatar el número de rampas en construcción y la cantidad de misiles existentes. Del mismo modo se decidió mantener la información fuera del alcance de la opinión pública, por lo que Kennedy continuó desarrollando la campaña electoral en vista de las elecciones legislativas que se celebrarían en noviembre.

 

El lunes 22 de octubre por la noche Kennedy pronunció un discurso difundido por televisión en el que informó a la opinión pública sobre los hechos, afirmando que desde las rampas que se estaban construyendo en Cuba se podían disparar misiles cargados con ojivas nucleares que eran capaces de alcanzar las regiones meridionales de EE.UU. Además, reveló que EE.UU. implementaría un bloqueo para impedir la llegada de material bélico a Cuba y exhortó a los soviéticos para que desmonten las instalaciones misilísticas de Cuba. También subrayó que ante cualquier ataque nuclear que se iniciara desde Cuba contra el Hemisferio Occidental, EE.UU. respondería atacando a la U.R.S.S.

 El bloqueo contó con el apoyo de la OTAN y de la OEA que lo aprobó en una sesión extraordinaria realizada el martes 23 de octubre. Ese día, la U.R.S.S. y Cuba plantearon que las instalaciones formaban parte de una estructura militar exclusivamente defensiva y solicitaron la intervención del Consejo de Seguridad de la O.N.U. Los soviéticos agregaron que las rampas serían retiradas una vez que los norteamericanos hiciesen lo mismo con las bases de lanzamiento de misiles establecidas en Italia y Turquía. Por su parte, EE.UU. envió refuerzos a la base militar de Guantánamo ubicada en el oriente de Cuba.

 El miércoles 24 de octubre la agencia EFE informó que se efectivizó el bloqueo, por lo que todo buque que se dirigiera a Cuba sería detenido e inspeccionado por la Marina de EE.UU. con la intención de evitar el desembarco de armas ofensivas. Ese mismo día se conoció la noticia de que 18 cargueros soviéticos se dirigían hacia Cuba. La agencia soviética TASS informó que el hundimiento de alguno de estos navíos por parte de EE.UU. desencadenaría la tercera guerra mundial. Por su parte, Fidel Castro anunció que el bloqueo constituía una violación de los derechos soberanos de Cuba, y afirmó que la isla se hallaba en pie de guerra.

 El jueves 25 de octubre en Cuba continuaban los trabajos destinados a hacer operativas las rampas de lanzamiento de misiles. Sin embargo, los buques soviéticos detuvieron su marcha hacia la isla e iniciaron el regreso hacia la U.R.S.S.. En este sentido, la agencia de noticias TASS dio a conocer la buena voluntad de la U.R.S.S. para hallar una salida pacífica de la crisis y la colaboración ofrecida al secretario General de la O.N.U., U. Thant, que intentaba buscar un acercamiento entre las partes para lograr una salida diplomática.

 El viernes 26 de octubre se realizaron varias reuniones en el Consejo de Seguridad de la ONU entre los representantes de cada uno de los países involucrados y U. Than. Valerian. Zorín, delegado soviético, afirmó que la U.R.S.S. había ordenado detener los envíos de materiales bélicos a Cuba, y por lo tanto debía cesar el bloqueo impuesto por EE.UU. No obstante, Adial Stevenson, representante norteamericano, planteó que aún se seguían construyendo las bases de lanzamiento en Cuba y que hasta que estas no fueran desmanteladas no sólo el bloqueo continuaría, sino que se podían tomar medidas más drásticas.

 El sábado 27 de octubre fue sin dudas el día más caliente de la Crisis de los Misiles. Por un lado, se conoció una propuesta del primer ministro soviético Nikita Khrushchev a Kennedy en la que condicionaba el retiro de los misiles de Cuba al compromiso de EE.UU. de no invadir la isla y de retirar los misiles Júpiter instalados en Turquía. Por otro lado, se produjeron dos incidentes que pudieron desencadenar una guerra nuclear. En primer lugar, un avión espía U-2 norteamericano que había partido de Alaska ingresó por error en el espacio aéreo soviético sobre la Península de Chukotski, en Siberia. Esto motivó una persecución por parte de cazas para interceptarlo, pero no llegaron a precipitarlo. Ese mismo día, fue derribado en la provincia de Oriente en Cuba otro avión espía U-2, resultando muerto el Mayor Norteamericano Ralf Anderson. El avión fue alcanzado por dos cohetes antiaéreos disparados por el cuarto grupo del Regimiento 507 dirigido por el Teniente Coronel soviético Gerchenov.

 El domingo 28 de octubre Khrushchev aceptó los términos de Kennedy y ordenó detener doce barcos que se dirigían a Cuba y se comprometió a desmantelar las rampas ubicadas en Cuba. Kennedy aceptó el compromiso soviético e informó que luego de desmanteladas las rampas en Cuba, se estudiaría la posibilidad de retirar los misiles norteamericanos de Turquía. Además, el presidente norteamericano anunció el compromiso de EE.UU. de no invadir Cuba.

 El martes 30 de octubre, TASS anunció la orden impartida por Khrushchev para que sean desmontadas las bases de lanzamiento de misiles y el material bélico retorne a la U.R.S.S. Por su parte, Fidel Castro declaró que los intereses cubanos relacionados a la devolución de la base naval de Guantánamo, el fin de las presiones económicas y los actos de sabotajes contra su país no habían sido tenidos en cuenta en el tratado soviético-norteamericano. La prensa mundial se hizo eco de la aparente conclusión de la crisis y de la victoria diplomática de Kennedy.

 A principios de noviembre, la U.R.S.S. presionó a Cuba para que desmantele las instalaciones de lanzamiento de misiles, tarea que se realizó bajo la supervisión de la Cruz Roja Internacional. El 20 de noviembre EE.UU. anunció la suspensión del bloqueo naval impuesto contra Cuba (Cupull y González, 1994).

En la primavera de 1963 Estados Unidos desmanteló las bases de lanzamiento de misiles ubicadas en Turquía.

La historiografía norteamericana sobre la Crisis de los Misiles

 Desde el inicio de la Guerra Fría hasta principios de los setenta, la visión predominante dentro de la historiografía norteamericana sobre la política de seguridad nacional fue la denominada ortodoxa, realista o tradicional. Ésta corriente busca una reconstrucción objetiva del pasado apelando a documentos, y centra su mirada en los procesos políticos y las relaciones entre los Estados. Los primeros representantes de esta tendencia fueron funcionarios de alta jerarquía de la administración norteamericana como George Kennan y Hebert Feis. La perspectiva de estos autores sobre política de seguridad norteamericana es positiva porque consideran que representó un freno frente a la amenaza expansionista soviética impulsada por la ideología marxista-leninista. En el caso específico de la Crisis de los Misiles, esta corriente ortodoxa puede emparentarse con la mirada oficialista o apologética plasmada por funcionarios de la administración Kennedy como Arthur Schlesinger Jr., Robert Kennedy, Theodore Sorensen, Robert Hilsman y Pierre Salinger. Arhtur Schlesinger Jr. y Robert Kennedy se desempeñaron como asesores especiales de JFK. Durante la presidencia de Kennedy, Theodore Sorensen fue presidente del Consejo Especial, Roger Hilsman fue director de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado y Pierre Salinger fue Secretario de Prensa. Éstos autores configuraron la imagen popular de JFK, subrayando su energía y habilidad para resolver la crisis, y su compromiso con la defensa de los intereses norteamericanos.

 Existió una temprana negación de la perspectiva realista sobre la política de seguridad norteamericana en los años cincuenta y estuvo reflejada en diferentes trabajos eruditos, entre los que se pueden destacar los desarrollados por Walter Lipman y, fundamentalmente, William Appleman Williams. Este punto de vista revisionista recibió un impulsó notable desde fines de los sesenta, a partir de los trabajos de una serie de estudiosos enrolados en la Nueva Izquierda como Gabriel Kolko, Walter Le Feber y Lloyd Gardner. En los estudios revisionistas hay una mayor utilización de herramientas teóricas (principalmente marxistas) y un peso preponderante de las variables económicas para explicar la política de seguridad estadounidense. Estos autores refutaron las hipótesis ortodoxas y vincularon a la política exterior norteamericana con las necesidades del capitalismo norteamericano de expandir sus mercados. Así, EE.UU. se convirtió en una fuerza contrarrevolucionaria en el mundo para asegurar la penetración comercial del gran capital norteamericano, y no, como sostenían los autores realistas, para contener a la agresión comunista soviética. En la interpretación de la Crisis de los Misiles, los autores revisionistas atacan frontalmente el accionar norteamericano en el conflicto. Los trabajos de Louise Fitzsimons, Richard J.Walton y Henry Fairlie  enfatizan que la irresponsabilidad con que Kennedy manejó la crisis y su desdén por las herramientas diplomáticas acercaron al mundo a un enfrentamiento nuclear.

 Por último, desde los ochenta, se desplegó una interpretación posrevisionista de la política exterior norteamericana, que cuestiona tanto a la visión realista como al determinismo económico del revisionismo. Dentro de esta escuela, hay diversos acercamientos teóricos y metodológicos que incluyen un análisis de la política de seguridad ponderando variables como raza, género, cultura, relación con regiones periféricas, etc. Con relación a la Crisis de los Misiles autores como John Lewis Gaddis, Thomas G. Paterson, Burton I. Kaufman, Bruce J. Allyn, James G. Blight, David A. Welch, Laurence Chang y Peter Kornbluh elaboraron análisis más complejos y sofisticados reflexionando sobre como las preocupaciones externas e internas influyeron en el desarrollo y el desenlace de la crisis. Las reuniones de estudiosos internacionales sobre la Crisis de los Misiles y la desclasificación de numerosos documentos de las agencias oficiales norteamericanas permitieron a estos autores contar con un mayor volumen de material que el disponible para los primeros oficialistas y revisionistas. Si bien las conclusiones a las que arribaron son altamente críticas de la actuación norteamericana, ofrecen una visión menos simplista y más balanceada que la elaborada por los revisionistas.

 Es necesario aclarar que las tres corrientes historiográficas aquí presentadas agrupan el núcleo principal de historiadores que han escrito sobre la Crisis de los Misiles, pero de ningún modo agotan los numerosos enfoques desde los cuales se ha analizado el conflicto.

 

Léase

CUPULL, Adys y GONZÁLEZ, Froilán, (1994). Un hombre bravo, Editorial Capitán San Luis. 

KAUFMAN, Burton I, (1995) “John F. Kennedy as World Leader: A Perspective on the Literature”, en Hogan, Michael J. America in the World: Historiography of American Foreign Relations Since 1941, Cambridge UP.

PEREZ STABLE, Marifeli, (1999). La revolución cubana. Orígenes, desarrollo y legado, Colibrí, 1999.

Para colaborar con Munin y Hugin puedes hacerlo
Transferencia: cajon.lana.atril (Bco Nación/José Barraza)

Cafecito: https://cafecito.app/muninyhugin

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Judea la rebelde

La presente publicación reconstruye un trágico episodio de la Antigüedad. Nos referimos a la insurrección de los judíos palestinos de la región de Judea entre el 66-70 d.C. A lo largo de esta nota el lector podrá visualizar los factores que desencadenaron el conflicto y las consecuencias que condujeron a la cruenta represión y destrucción de la ciudad de Jerusalén por parte de las fuerzas imperiales romanas. Lo sucedido en Judea nos anima a reflexionar sobre la importancia de la resistencia de los pueblos frente a un opresor extranjero. Una lucha que mantiene su vigencia. La “Vida de Brian”, película producida por el grupo comediante Monthy Python (1979)   ¿Una Judea antimperialista? Si tuviéramos que destacar un rasgo de la situación política de la región de Judea entre el siglo II a. C y mediados del siglo I d. C, este sería su subordinación a las sucesivas potencias extranjeras que ocuparon el territorio. Desde la ocupación de los persas, luego los seleucidas (helenos) y, fina...

Misticismo en el mundo antiguo

Desde el anhelo de una pareja de campesinos por tener un hijo varón hasta la decisión de un rey para convocar a su ejército a la guerra, la magia ha ocupado un lugar importante en las creencias populares de las sociedades antiguas. En el presente escrito analizaremos el misticismo tanto instrumento de la elite para garantizar la cohesión social como un recurso de las familias campesinas para paliar su miserable vida. Sacerdotisa de Delfos Guerra y política Si traspasas el Hatti, destruirás un gran reino fue lo que le dijo la pitonisa al rey Creso de Lidia cuando le consultó si debía enfrentarse a los persas en el campo de batalla. Confiado por el presagio, el rey lidio se dirigió hacia el este y fue derrotado, siendo su reino quien caería en desgracia. Este hecho fue recopilado por Heródoto en sus famosos nueve libros de historia , para referirse que la fanfanorreria y la superstición condujeron a la caída del rey. Al igual que lo sucedido con Creso, Plutarco cita el caso de Nicías,...

El filibustero que llego al Pontificado

  En tiempos de estafas piramidales, presentamos al lector la historia de Kallistus (Calixto), un personaje fascinante cuyo itinerario no tiene desperdicio: esclavo de nacimiento, vínculos con sectores importantes del Imperio romano, preso en varias cárceles y miembro de la administración eclesiástica cristiana. Los invitamos a leer y estudiar la trayectoria de un individuo que tuvo la capacidad de explotar las fisuras entre la naciente Iglesia Católica y el languideciente Estado romano para así alcanzar la cúspide del poder.  "El más bello" Ese era el significado que le dieron sus padres a  Kallistus al ver por primera vez a su hijo en el año 155 de nuestra era . Su familia estaba compuesta por esclavos griegos que vivieron en Trastevere, un barrio histórico romano. Sin embargo, existe una incógnita en torno al origen de nuestro sujeto: ¿Quién fue su padre? Las fuentes históricas sostienen que se trató de Carpóforo, un potentado  griego, cristiano encubierto y ...