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“Hasta la victoria siempre”. Tres organizaciones guerrilleras pioneras en la Argentina.

 El Movimiento Peronista de Liberación-Ejército de Liberación Nacional (MPL-ELN) conocido como “Uturuncos”, el Ejército Guerrillero del Pueblo (E.G.P.) y las Fuerzas Armadas Peronistas (F.A.P.) fueron algunas de las organizaciones que optaron por la lucha armada como táctica desde fines de la década de 1950 y durante la década de 1960. Una de las principales influencias en esta elección, estuvo constituida por el triunfo de la revolución cubana en 1959. El grupo liderado por Fidel Castro había logrado instalar un pequeño “foco” guerrillero en la región rural conocida como Sierra Maestra hacia 1956, y a partir de una fuerte integración con las masas campesinas y obreras, y una serie de triunfos militares derrocó al régimen de Fulgencio Batista dos años después.

 

Cristianismo y revolución

 La aparición en el catolicismo de una tendencia que condenaba la pobreza, la injusticia y la explotación, y que justificaba la lucha por la igualdad, expresada en documentos como el Concilio Vaticano II, el Concilio de 1965 o la Populorum progressio, también tuvo influjo en la decisión de encarar la lucha armada. Sin embargo, el principal impulso estuvo dado por la situación de violenta represión desatada contra el pueblo a partir de la caída de Perón en 1955. La proscripción del peronismo, y la serie de dictaduras militares y gobiernos constitucionales “tutelados” por las Fuerzas Armadas legitimaban para estos grupos la lucha armada en función del fracaso de otros caminos para lograr sus objetivos.

Perón vuelve

 Los “Uturuncos” actuaron entre octubre de 1959 y junio de 1960 en zonas rurales de las provincias de Tucumán y Santiago del Estero y provenían, principalmente del comando “17 de octubre” de la resistencia peronista de Tucumán. El objetivo de la resistencia peronista era lograr el retorno de Perón. El acuerdo electoral entre Perón y Frondizi, que permitió al segundo asumir la presidencia de la nación en mayo de 1958 e implementar varias medidas antipopulares abrió un período de alta conflictividad en el país. A la gran cantidad de atentados y sabotajes de los comandos, se sumaron numerosas huelgas entre la que se destacó por su dureza la del frigorífico Lisandro de la Torre. El fracaso de la huelga general de enero de 1959 en apoyo a esta lucha, mostró las limitaciones de la vía insurrecional, impulsada por John William Cooke, para lograr el regreso de Perón. 

Por otro lado, en la provincia de Tucumán, se vivía un clima de confrontación en virtud de la violenta huelga ganada por la FOTIA en 1959 que dejó un saldo de dos obreros muertos. Los fracasos de la vía insurrecional y la vía semilegal expresada en el acuerdo Perón-Frondizi, sumados a la represión local, decidió al comando “17 de octubre” a organizar una guerrilla rural. El grupo que subió al monte, formado mayoritariamente por jóvenes militantes masculinos de las barriadas pobres de la región, tenía un apoyo considerable entre la población de la zona que derivaba del trabajo político realizado por la resistencia peronista desde 1955. No obstante, fueron rápidamente detectados por las fuerzas represivas, siendo su única operación de relativa trascendencia el asalto a la comisaría de Frías en Santiago del Estero.

 Un foco en Salta

El E.G.P. realizó un intento de instalación de un foco guerrillero en la selva salteña entre 1963 y 1964. Esta organización jugaba un rol clave en la llamada “Operación Andina” mediante la cual Ernesto Guevara pretendía extender la revolución cubana hacia Latinoamérica. El grupo guerrillero, dirigido por cuadros de confianza de Guevara, estaba formado por militantes universitarios y sectores de la Federación Juvenil Comunista (F.J.C.) que se escindieron del Partido Comunista (P.C.) impulsados por el ejemplo de la revolución cubana que tanto contrastaba con el quietismo reformista y burocrático del P.C.  Es importante subrayar que el propio Guevara planteó la necesidad de no incluir a ningún peronista en la formación guerrillera dado que estaban muy “infiltrados”. Paradójicamente, el E.G.P. desplegó una corta actividad ya que fue “infiltrado” por la policía y rápidamente detectado por la gendarmería. 


 Más allá de los problemas logísticos derivados de las difíciles condiciones climáticas y geográficas, la principal causa para explicar el fracaso de la guerrilla fue, para Gabriel Rot, su equivocado concepto político. En esta concepción lo militar predominaba por sobre lo político y las masas explotadas eran consideradas sólo como un auxiliar logístico para el desarrollo militar. La ideología que emana de los pocos escritos que difundió el grupo se acerca a un difuso nacionalismo antiimperialista, “...en una concepción que le daba mayor importancia a la acción ejemplar del grupo que a su soporte ideológico”. De esta forma, el E.G.P. se constituyó como un grupo de vanguardia totalmente escindido de la sociedad que, al sobrevalorar las condiciones subjetivas con relación a las condiciones objetivas; reprodujo los rasgos voluntaristas, intolerantes y sectarios propios del foquismo.

 Taco Ralo

 Los miembros de las F.A.P. eran peronistas y planteaban el retorno de Perón. Uno de sus líderes, Envar El Kadri, había tenido una importante actuación durante la resistencia peronista y estaba en contacto con el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, con quienes compartía ciertas ideas guevaristas. Éstas ideas se vinculaban con un descreimiento de la vía electoral como medio para lograr un cambio revolucionario, y con la convicción de que a través de “...acciones armadas se podían crear las condiciones subjetivas y objetivas para la toma del poder y la construcción del socialismo”. 

En la decisión de pasar a la lucha armada fue fundamental el contexto de represión política que mantenía proscrito al peronismo y el plan de ajuste económico implementado por Adalbert Krieger Vasena que devaluó la moneda, congeló los salarios y flexibilizó los requisitos para la radicación de capitales extranjeros. El Destacamento Montonero 17 de octubre de las F.A.P. se instaló en el área rural tucumana de Taco Ralo hacia agosto de 1968, siendo todos sus miembros detenidos por las fuerzas de seguridad pocas semanas después. A partir de un trabajo político previo, se buscaba instalar un foco guerrillero que, mediante operativos armados, desestabilizara a la dictadura de Onganía y precipitara el regreso del líder peronista. El proyecto político de las F.A.P. era bastante difuso y,  más allá del respeto a la conducción estratégica de Perón, estaba influenciado por el programa de Huerta Grande de 1962 de las 62 Organizaciones que planteaba la nacionalización de los sectores claves de la economía, la expropiación a la oligarquía terrateniente y el control obrero de la producción. 

Consideraciones finales

 En suma, los tres grupos intentaron sin éxito la instalación de “focos” guerrilleros en diferentes regiones rurales del país. Aunque tenían una red de apoyo urbano más vigorosa y un mayor trabajo político entre las poblaciones en comparación con el E.G.P., tanto los “Uturuncos” como las F.A.P. fueron rápidamente desarticulados. En cuanto a su formación, todos los grupos estaban constituidos por militantes masculinos de menos de cuarenta años, con la excepción del destacamento de las F.A.P. que incluía a una mujer. Con respecto a su extracción social, en el caso del E.G.P. y el destacamento de las F.A.P. se trataba mayoritariamente de militantes universitarios, mientras que los “Uturuncos” eran fundamentalmente militantes peronistas provenientes de familias pobres de la región. Por último, puede encontrarse cierta influencia de la corriente católica que planteaba un igualitarismo social en las F.A.P., siendo ésta casi nula entre los “Uturuncos” y el E.G.P.  Si bien la experiencia cubana influenció a todos los grupos, fue el E.G.P. el que aplicó la táctica foquista en su forma más pura, obteniendo magros resultados. En el caso de las guerrillas peronistas, fue la situación de proscripción del peronismo el desencadenante fundamental para optar por la lucha armada.

 Léase

ANGUITA, Eduardo y CAPARRÓS, Martín, La Voluntad,Vol. I, Buenos Aires, Norma, 1997

CALELLO, Osvaldo y PARCERO, Daniel, De Vandor a Ubaldini, Buenos Aires, CEAL, 1984, Vol. II

DUHALDE, Eduardo y PÉREZ, Eduardo (2003); De Taco Ralo a la alternativa independiente. Historia documental de las Fuerzas Armadas Peronistas y del Peronismo de Base. Tomo I: Las FAP, La Plata, De la Campana.

RAIMUNDO, Marcelo (2004), “Izquierda peronista, clase obrera y violencia armada: Una experiencia alternativa”, [En línea] Cuadernos del CISH, (15-16). Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.367/pr.367.pdf

ROT, Gabriel. Los orígenes perdidos de la guerrilla en la Argentina. La historia de Jorge Ricardo Masetti y el Ejército Guerrillero del Pueblo,. Buenos Aires, Ediciones El Cielo por Asalto, 2000

SALAS, Ernesto José. “Uturuncos. La primera guerrilla peronista (1959-1960)”.en Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política vol. 7, no. 20, Buenos Aires: (Abril 2000)

 

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