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Maconnais: la región que conmovió al medioevo

 

Los orígenes del feudalismo es un tema que ha abarcado cientos de páginas en el debate historiográfico. Algunos especialistas en dicha temática lo consideran como un retroceso que dio lugar a una etapa oscura en materia social y cultural. Mientras que otros afirman que la constitución de las estructuras sociales fue el resultado de un proceso revolucionario que barrió los vestigios del sistema carolingio y de la antigüedad. En la presente publicación, humildemente, procuraremos introducirnos en esta controversia a partir del análisis de un caso. Nos referimos al proceso que vivieron los habitantes del Maconnais, región ubicada en el centro de Francia y que, para algunos historiadores, fue la cuna del feudalismo.


Fractura en el poder

La región del Maconnais se caracterizó por la fertilidad de su suelo y los numerosos dominios señoriales y aldeas campesinas. Pero en el marco del fraccionamiento del Estado franco o carolingio, la situación degeneró en un vacío de poder y, por ende, dio lugar a una lucha por el control político y el sometimiento de los campesinos de la región. 

La crisis de poder se expresó en el surgimiento de dos sectores, con sus respectivos programas o ideologías, cuyo fin era hacerse con el gobierno jurisdiccional. Por un lado, se encontraba la facción carolingia compuesta por el conde, los nobles, ex vasallos del rey franco, y el obispo de la iglesia católica. Se trataba de los grandes terratenientes y poseedores de servus. Por su pertenencia social, contaban con ramificaciones militares, fortalezas y eclesiásticas. Este grupo intentó utilizar el brazo del debilitado Estado para incrementar las exacciones sobre los campesinos y amenazar sus propiedades.  Este proceso de sometimiento se apoyaba en las ideas de Adalberón de Laón que definió el mundo medieval a partir de una división social tripartita: los que rezan (obispos), los que hacen la guerra (nobles) y los que trabajan (campesinos). En este sentido, planteaban la defensa de un monarca o rey, pero aconsejado por los clérigos. Entonces este sector defendía el statu quo.      

Por otra parte, la creación de la abadía de Cluny fue el factor del surgimiento de la facción monacal. Además de los monjes, a este sector  lo integraron familias nobles de menor rango y sin vinculaciones con el Estado. Los cluniacenses defendían una vida purificada y litúrgica que contrastaba con la corrupción que imperaba en la Iglesia. En un mismo sentido, sostenían una separación con respecto al Estado secular y la idea que las Abadías debían ser centros religiosos con autonomía y autosuficiencia. De esta manera, la Iglesia de Cluny buscaba establecer una mayor autonomía e independencia respecto a las autoridades seculares y eclesiásticas, promoviendo un modelo en el que los abades tenían un gran poder sobre sus propias comunidades monásticas. Sin embargo, no cuestionaban el orden social que estableció Adalberón. Claramente en este punto coincidían ambas facciones. 

Los aldeanos

Podríamos incorporar un tercer actor en la lucha política: los campesinos libres. A pesar de su heterogénea composición social, las aldeas se mantenían unidas gracias a las prácticas comunitarias y solidarias que les otorgaban una cohesión frente a la exacción de los terratenientes u obispos y, evitaba su sometimeinto. Ante la utilizacion de la fuerza publica para apropiarse de sus territorios, los aldeanos quedaron sin cobertura estatal y comenzaron a ser víctimas de las tropelías del sector franco.   

Abadía de Cluny ubicada en el Maconnais

Ante esta situación de indefensión frente a la aristocracia carolingia, los aldeanos buscaron apoyarse en el sector cluniacense. Aquellos campesinos arruinados preferían depender de la Abadía dado que era una forma de protegerse frente a las exacciones de carácter laico o del Estado franco. A su vez, el discurso de los monjes cluniacenses era de un tono social marcado por el deber de asistencia cotidiana a los pobres y el cobijo a los peregrinos. Su intención de reformar el monacato a partir de la separación de los poderes laicos, podía sonar como una ruptura del orden establecido, frente a la fragilidad del Estado carolingio para atender las comunidades campesinas. De hecho, la violencia estatal, a la orden de la aristocracia franca, generaba un recelo en el campesinado y un deseo de generar consenso por otras vías. De esta manera, la Iglesia de Cluny logró conquistar a la cantidad de campesinos pobres que no querían caer en la dependencia. 

Las aldeas campesinas dieron lugar a la creación de un pliego de demandas colectivas que incluían la defensa de su tierra y de los territorios comunales (bosques y pantanos) y de su libertad. La creciente pauperización social y el hambre estructural que caracterizó el periodo correspondiente al final del Siglo X fueron los motores materiales de la organización comunal o aldeana y la búsqueda de nuevos aliados sociales para enfrentar a la facción carolingia

Reacción carolingia

La alianza entre el campesinado libre y la Abadía era predominantemente política antes que económica. Sucede que las contribuciones o donaciones de los aldeanos eran modestas dada su condición social. Alertada por esta asociación, la nobleza carolingia dio lugar a un incremento de la violencia sobre aldeas y bienes pertenecientes a la Abadía. Un caso ilustrativo fue la apropiación del molino de la aldea de Lourdon, centro estratégico de producción de harina de los campesinos, para comenzar a exigir un pago por su uso.  Otras medidas fueron la imposición a los aldeanos de servicios diarios como fortalecer la defensa de los castillos, y la prohibición del cobro de censos de parte de la Abadía a la comunidad campesina, obstaculizando su recaudación de rentas. La violencia era ejercida por los caballeros (milites) que se dedican a saquear y asesinar a los animales pertenecientes a los labradores o los siervos dependientes de la Abadía en una clara intención de hostigamiento y provocación. 

La impotencia del poder político o monárquico para contrarrestar estas correrías, pusieron a la Iglesia como actor para restablecer el orden mediante la Paz de Dios que abarcó gran parte del continente europeo. Se trató de un movimiento social encabezado principalmente por las Abadías que exigían el cese de la violencia sobre sus propiedades, incluyendo sus siervos. Los aldeanos se plegaron aduciendo la defensa de sus derechos propietarios y autonomía ante el debilitamiento de la estructura estatal y la anarquía reinante.  


La Paz de Dios planteó un giro en la disputa política en la región. Un sector de la nobleza apoyó la causa de la Abadía de Cluny que se manifestó en un incremento de las donaciones y el apoyo militar con la provisión de caballeros y la logística desde los castillos. A su vez, obtuvo del Papa Gregorio V una carta de protección que limita las posibilidades de injerencia del obispo de Maconnais (aliado a la facción carolingia) sobre la vida del monasterio. También se restituyeron las propiedades expropiadas por parte de los terratenientes del partido carolingio

¿Triunfo popular o una nueva forma de dominación?

El historiador Guy Bois señala que lo ocurrido en el Maconnais puede considerarse como un hecho que se integra a un proceso de transformación social que conmocionó el occidente europeo. El nuevo panorama político dio lugar a nuevos realineamientos y una redefinición de estrategias por parte de las distintas clases sociales. El triunfo del partido monástico o cluniacense se apoyó en un sector de la aristocracia y el campesinado amenazado por los poderes locales. Mientras que la elite señorial y eclesiástica derrotada se vio obligada a establecer un nuevo acuerdo con los vencedores a partir de la cesión de tierras y siervos para mantener sus privilegios. 

Frente al proceso de desarticulación del Estado carolingio que amenazaba su autonomía y propiedades, la lucha del campesinado libre culminó con la estabilización de sus derechos sobre la tierra para convertirse en un agente económico independiente en materia de intercambio y producción. También puso en evidencia los lazos de solidaridad y cooperación al interior de la aldea campesina. Para resistir la presión del sector aristocrático carolingio y eclesiástico tuvo que entablar una asociación con la Abadía de Cluny sin comprometer sus derechos posesorios de su tierra y su libertad. Sin embargo, esta alianza táctica fue transitoria debido a dos factores simultáneos. Uno, la incorporación de las abadías cluniascenses a la Iglesia Católica planteó el giro de una ideología crítica al orden eclesiástico para incorporarse al status quo. Dos, la creciente adhesión de sectores de la nobleza que se plasmó en un progresivo proceso de enriquecimiento material y el afán de parte de los monjes de apropiarse de las tierras de los aldeanos para convertirlos en siervos. 

Paradójicamente, la intervención de las masas campesinas dio el golpe de gracia al viejo orden franco para dar nacimiento a un nuevo marco de dominación: el señorío feudal. Esta tesis refutaría aquella visión historiográfica que afirma sobre el origen del feudalismo como resultado de una imposición desde los sectores dominantes frente a la pasividad de los aldeanos. Justamente, el antecedente de Maconnais nos permite visualizar que la oposición del campesinado se fundó sobre la base de los principios de cooperación y solidaridad entre los aldeanos y la defensa de su propiedad ya sea personal como las tierras comunales que garantizaban su subsistencia. Su resistencia frente a los poderes locales podría incluir la posibilidad de entablar alguna alianza táctica con otros sectores sociales también perjudicados. 

Como dice un proverbio árabe: el enemigo de mi enemigo, es mi amigo.     

Léase

Bois G. (1991). La revolución del año mil, Editorial Crítica.

Duby, G. (1999). Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea (500-

1200), Siglo XXI Editores.

Hilton, R. (2020). Siervos liberados. Los movimientos campesinos medievales y el levantamiento inglés de 1381, Editorial Siglo Veintiuno.

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