En
1929, el artista Rafael Hernández Marín compuso el tema Lamento Borincano que
describe las condiciones de pobreza de los campesinos portorriqueños a partir
de la vida de un jibarito, una especie de vendedor ambulante. Tiempo después,
más precisamente en la década de los 90, en Argentina se popularizo el tema
Lamento boliviano - perteneciente a la banda de rock Los Enanitos Verdes- que
refiere a un desengaño amoroso. Ahora bien, ¿conocían Marín o los integrantes
del grupo de rock mendocino sobre la existencia de un género lírico y musical
denominado lamentaciones o balag? En la presente publicación nos remontaremos miles
de años hacia atrás a la antigua Sumeria para analizar este tipo de composición
literaria que nos da indicios acerca de diversos aspectos de la vida política y
cotidiana de los sumerios.
Un
género particular
Según
el registro histórico, solo se conservan cinco lamentaciones. Por su
composición estilística y organización de las estrofas, los balag combinaban
el estilo poético y la crónica histórica. Se trataba de un género literario que
no tenía comparación dentro del mundo antiguo. Esto se debía a su intención de
describir los acontecimientos y el sufrimiento de las personas y los dioses.
Sus versos constituían una elegía o canción fúnebre.
Tablilla de la lamentación
titulada La destrucción de Ur (2000 a.C). Fuente Wikipedia
Las lamentaciones estaban compuestas por un conjunto de poemas que eran recitados por los sagbur (cargo religioso relacionado con el canto) en los banquetes o reuniones privadas organizadas por los miembros de la aristocracia sumeria. En un documento proveniente de la ciudad de Uruk puede notarse como los sagbur recibieron 490 panes, 2 ánforas de aceite y algunas vasijas de cerveza en compensación por entonar tres balag.
La destrucción de Ur
¿Cuál era el objetivo de la recitación de los balag? En sus cánticos, los sagbur relucían todos los aspectos característicos de una situación histórica de cisma: crisis ecológica y económica, vacío de poder, pauperización social, corrupción de los funcionarios e invasión extranjera.
La
destrucción de Ur, fue uno de los balag más populares dentro del
género y, por suerte, pudo conservarse. Datado en el año 2000 a.C, esta lamentación
comienza con la decisión irrevocable de los dioses de destruir la ciudad
como resultado de la venalidad de los funcionarios estatales y el despotismo de
la realeza frente a los súbditos. Las fuentes hablan de calamidades naturales
(crecidas insuficientes de los ríos Tigris y Eufrates) que conducía a un
incremento de la presión tributaria del Estado sobre los campesinos y, por
ende, a la carestía.
Esta fuente coincidiría con el reinado de Ibbi-Sin (2000 a.C) cuyo gobierno sufrió un proceso de disgregación política como resultado de las disputas al interior de la Corte. En este sentido, el rey comenzó a sufrir un aislamiento de su poder en pos de la autonomía de los miembros de la elite que no dudaban en aliarse a los enemigos extranjeros. A modo de presionar una dimisión de Ibbi-Sin, se favorecía el bloqueo de las rutas comerciales y de los suministros creando un escenario de desabastecimiento.
El momento más álgido del cántico es cuando el sagbur menciona las hambrunas y pestes que sufre la población ante el desamparo gubernamental. Esto prosigue con la invasión de los pueblos enemigos que culminan en el saqueo de templos y palacios, y el ultraje y asesinato de mujeres y niños. Para el sacerdocio, esta situación caótica, orquestada por los dioses, solo podía resolverse con el advenimiento de un nuevo monarca.
Renacimiento
político
En los cánticos, el rey Ibbi-Sin quedó asociado a epítetos tales como desgracia y ruina. Los textos literarios colocan a la crisis como una decisión general de los dioses de abandonar la ciudad hasta concretar su destrucción. Pero la conquista de Ur en manos de Ishbi-Erra, un antiguo funcionario de la Corte que se independizó del rey depuesto, plantea un punto de inflexión en el balag: el renacimiento de Ur.
Entonces cabe preguntarse ¿Quién estaría interesado en componer una lamentación en un contexto de derrumbe del poder político? Principalmente, los reyes sucesores eran los más interesados en legitimar su ascenso al gobierno dado que su ascenso al poder, vía un golpe de estado, debía ser propagandizado como un envío de los dioses para restaurar el poder. En otro balag, el rey da cuenta de sus buenas acciones, corrigiendo irregularidades de todo tipo, protegiendo a los más débiles e instaurando la justicia social en la región. Su llegada generaba el resplandecer de la ciudad y el equilibrio entre los sectores sociales:
Hice regresar el comercio a larga distancia en manos de los grandes barqueros. Al pastor lo que se apropiaban de los bueyes, de los que se apropiaban de las ovejas y de los que se apropiaban los asnos.
Los sacerdotes que componían estas elegías apoyaban el cambio de régimen y, asumiendo la voz del pueblo, suplicaban por la restauración de la ciudad. Mejor dicho, clamaban por la reconstrucción de los templos, la reinstalación de las estatuas de los dioses y sus prerrogativas tributarias.
Hasta
la próxima.
Léase
Bottero
Jean & Kramer Noah Samuel. (2004). Cuando los dioses hacían de hombres.
Mitología mesopotámica, AKAL.
Lara
Peinado, Federico. (1989). La civilización sumeria, Historia 16.
Liverani,
Mario. (2012). El antiguo Oriente,
Editorial Crítica.
Samet, Nili (2014). The Lamentation over the
destruction of Ur, Eisenbrauns.
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